“Crear un espacio cálido que nos devuelva la idea de elaboración artesanal y tradicional de las carnicerías de antaño donde la calidad, transparencia en los procesos y visibilidad en la elaboración son requisitos imprescindibles”. Éste es el hilo conductor que guía este nuevo proyecto del estudio Sandra Tarruella Interioristas: la segunda carnicería de la familia Corella, ubicada en el centro de la localidad barcelonesa de Sant Cugat del Vallés.
El nuevo establecimiento se ha planteado como un espacio polivalente, donde no sólo se puede comprar sino también ver como se preparan las carnes en el obrador o degustar “in situ” diversos productos. Estas actividades se llevan a cabo en un antiguo local donde, originalmente, las bóvedas, vigas y revoltones cerámicos junto a los muros de mampostería tenían un gran protagonismo. Para suavizar esta estética sin que perdiera su carismática esencia, se optó por unificar estos elementos bajo un color blanco roto que cediera el papel principal al producto y, al mismo tiempo, lo hiciera resaltar.
Para conseguir la “transparencia” deseada y dar visibilidad al local como filosofía de diseño, se ha conectado visualmente el obrador con la zona de venta mediante un cerramiento de vidrio y marco de hierro en guillotina. Además, para que los clientes puedan seguir el proceso artesanal de elaboración de la carne, el obrador se ha colocado al lado de la fachada que da al exterior.
Mientras, en la calle y con el deseo de captar la atención de los transeúntes, las carpinterías de madera de la fachada se han pintado en un color rojo caldero. Marco rojo que se repite como sello de identidad del establecimiento tanto en el packaging como en la imagen corporativa, creada por el estudio de diseño gráfico Fauna.
En el interior del local, se ha querido transmitir la
imagen de los mercados de toda la vida pero a escala doméstica. Así, los mostradores de carne se colocan de forma irregular en el perímetro y se revisten con distintos materiales como baldosa cerámica, dejando pasillos para circular al igual que en los antiguos mercados. El suelo, recuperado de un antiguo piso del barrio barcelonés del Eixample, aporta la calidez doméstica necesaria.
imagen de los mercados de toda la vida pero a escala doméstica. Así, los mostradores de carne se colocan de forma irregular en el perímetro y se revisten con distintos materiales como baldosa cerámica, dejando pasillos para circular al igual que en los antiguos mercados. El suelo, recuperado de un antiguo piso del barrio barcelonés del Eixample, aporta la calidez doméstica necesaria.
Entre los expositores, unos tacos de madera recuperada se adelantan para remarcar los intersticios y sirven de apoyo para el corte de la carne.
En el local y frente a la calle, se ha creado una agradable zona de degustación con dos barras de madera y taburetes tapizados en distintas pieles para que los clientes puedan probar los productos mientras esperan el pedido. Como telón de fondo de esta zona, unas cajas de hierro colgadas exhiben los productos para degustar y realzan la pared de piedra existente.
La iluminación mediante focos puntuales resalta el producto y las intensas texturas de los paramentos. Sobre los expositores, una secuencia de lámparas fluorescentes de estilo industrial imprime ritmo al espacio, aportando el mismo rojo caldero de la carpintería de la fachada.
En un guiño al pasado, unos carteles antiguos colgados en las paredes muestran la elaboración de los productos naturales y sin aditivos.
Los baños también están abiertos a la tienda, dejando entrar el suelo de madera recuperado y las paredes de color blanco roto. Un bebedero de vacas de cemento se convierte en el lavamanos y hace un guiño simpático al origen ganadero de la familia Corella.
Para más información visiten: Sandra Tarruella Interioristas
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