Cárcel y unidad de habitabilidad parecen dos conceptos antagónicos, pues las celdas no suelen ser el mejor ejemplo de un espacio agradable en el que vivir. Sin embargo, los presos de la cárcel de Spoleto, en Italia, en colaboración con Aldo Cibic, Tommaso Corà, Marco Tortoioli Ricci y la cooperativa Comodo, han sabido transformar una celda en una vivienda digna en miniatura.
Una celda es un espacio que tiene que adaptarse a muchos usos. Tiene que hacer las veces de dormitorio, de cocina, de oficina, de gimnasio… además, debe contar con armarios, estanterías y, cómo no, un baño. Normalmente todo eso se reduce a dos literas, un inodoro, un lavabo y, con suerte, una mesa y una silla, aunque no tendría por qué ser así.
Basándose en las medidas estándar de las celdas de su prisión, que miden cuatro metros de largo por casi tres metros de ancho —no son especialmente pequeñas—, han diseñado un espacio que en nada se parece a una celda, pero que cumple con creces todas las necesidades que sus inquilinos necesitan.
En esta habitación encontramos dos camas, diferentes zonas de almacenaje, una mesa con dos sillas que también hace las veces de cocina, una pequeña zona para el inodoro y otra para el lavabo y la ducha, aunque apenas se ve en las imágenes.
Todo ha sido pensado al milímetro teniendo en mente la versatilidad necesaria, tratando de sacar el máximo partido al espacio, pero no por ello convirtiendo la celda en un lugar opresivo por haberse excedido amueblándola.
Está claro que un diseño así sería complicado en una cárcel, porque a pesar de que todos los muebles los han fabricado los propios presos en los talleres ocupacionales —que son los que abastecen de mobiliario a otros centros del país—, por cuestiones de seguridad, en la cárcel cualquier objeto se debe mirar como un arma o un elemento para autolesionarse.
Sin embargo, no deja de ser un ejercicio muy interesante, porque han conseguido distribuir y amueblar de forma muy inteligente, transformando un espacio inhóspito en uno en el que sin duda pasar los días sería mucho menos desagradable.
La distribución ahora es mucho más racional, ya que a pesar de que parece perderse espacio usando dos camas en vez de dos literas, al situar el inodoro y el lavabo en un lateral y no en al fondo, se consigue que la percepción del espacios sea mayor y, sobre todo, más regular, ayudando a que el ambiente resulte acogedor.
Su idea, que se ha expuesto en la Trienal de Milán, es que este estudio teórico sirva como punto de partida para el diseño de las nuevas prisiones italianas, pero también como una habitación para centros correccionales, hostales o incluso como un nuevo módulo de habitabilidad para viviendas de bajo coste.
Para más información visiten: Freedom Room
Vía: Decoesfera
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