

El interior destaca por dos elementos: su gran luminosidad y un tinte rústico que, en determinados planos, otorga aspecto de cabaña. Para lo primero el estudio ha aprovechado la buena orientación de la casa sustituyendo las paredes de la fachada por ventanales desde el suelo hasta el techo.

La madera, por su parte, es la que se encarga de dar el punto rústico. Sobre todo gracias a la picea natural con la que se han revestido algunas paredes, a modo de decoración, y con la que se ha elaborado algunas piezas del mobiliario (por ejemplo, la barra de cocina o el cabezal del dormitorio principal).

Estas mezclas, sin embargo, no rompen el ambiente acogedor que impera en el hogar. Ello se debe, aparte de la iluminación natural, al uso de materiales y colores naturales. Madera de colores claros para suelos y sillas, blanco para las paredes y tejidos en tonos crema, beige, y grises, solos o jaspeado, y complementados por colores tierra como el naranja y el ocre de algunos cojines.

Si bien el blanco y la madera imperan en toda la vivienda, en las habitaciones empiezan a perder protagonismo a favor de una pequeña paleta de colores.

Pero es en la habitación infantil, donde definitivamente el color come espacio al blanco ya no sólo en la alfombra, el modelo Kala de nanimarquina, sino también en el mobiliario.
Destacan también los dibujos de las paredes, del mismo color que los empleados en el salón: marrones suaves, grises y algún que otro motivo en rojo para romper la paleta.

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Vía: diarioDESIGN
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