Sandra Tarruella
interioristas ha llevado a cabo el diseño interior del nuevo local
de Buenas Migas, un grupo creado en
Barcelona por Patrick Pescetto y Clare
Budden hace algunos años y que, en la actualidad, cuenta ya con
once establecimientos. Al igual que sus predecesores, este nuevo Buenas Migas
responde con su cálido
interiorismo a la “intención de crear un sitio acogedor donde
degustar “foccacias”, pastas, ensaladas y postres, una perfecta simbiosis entre
la cultura italiana genovesa de la foccacia y los postres ingleses”.
Situado en la plaza Universidad, céntrica ubicación en uno de los principales ejes comerciales de la ciudad y punto de encuentro habitual de muchos barceloneses, los propietarios pidieron a Sandra Tarruella que el local se abriera a la plaza e invitara a entrar a los transeúntes. Para ello, se creó la ilusión de un espacio exterior -tipo porche- y con vegetación, basado en una reinterpretación de la terraza catalana como concepto típicamente exterior del paisaje urbano de la Ciudad Condal.
Este espacio de transición toma los elementos típicos de estas terrazas como las macetas, las barandillas de hierro y la rasilla en espiga y los aplica en uno de los paramentos verticales, permitiendo la libre distribución de bancos corridos de hormigón con cojines y mesas de exterior. La otra pared, donde se realiza un cambio de material, se reviste con un mural tipo puzzle de madera de pino con distintos anchos de lamas y modulaciones que aporta calidez al ambiente.
También se incopora a este porche la popular butaca Torres Clavé, diseñada por Josep Torres Clavé, en 1934, y que ahora produce Mobles 114, una pieza de mobiliario característica de todos los establecimientos de Buenas Migas.
El cerramiento que da paso al interior del local es una carpintería de acero galvanizado que recuerda a la de los invernaderos y que se puede abrir totalmente para difuminar los límites entre interior y exterior.
Una vez dentro, el local de gran altura y techos antiguos pintados en color blanco neutro se hace eco de los paramentos exteriores en ambos laterales. El mostrador se sitúa junto al acceso y delante de un juego de volúmenes revestidos en tonos blancos rotos y azulados que esconden la cocina.
Diseñado por el propio cliente en forma de L, se presenta como un elemento muy transparente de vidrio y estructura de latón que exhibe toda la comida y el “packaging”. Suspendidas sobre él, la lámpara Buffer de Pols Potten, creada por Wieki Somers, refuerzan una iluminación cálida a la vez que potencian la marca Buenas Migas al ser un elemento común a todos los locales.
El revestimiento de rasilla pintada y las barras horizontales de hierro, que nacen de la idea de las barandillas donde se cuelgan las macetas, sirven como telón de fondo del mostrador y permiten colgar cajas de contrachapado y formica de distintos tonos azulados que sirven de apoyo de todo el producto y “packaging”.
En la pared opuesta, el revestimiento de lamas de madera se prolonga hasta el final del local, sirviendo como soporte de mesas altas y bajas, que se complementan con las sillas Doll de Billiani, y escondiendo el material acústico.
El fondo del local se abre para permitir crear un comedor más amplio, presidido por una mesa comunitaria de madera recuperada y bancos corridos que se apoyan sobre la pared de madera, que sirve de respaldo. Para hacerlos más cómodos, se han dispuesto cojines de punto de Knit Studio de varios colores. Iluminando la mesa, de nuevo, las cálidas luminarias Bufferlamp.
La pared del fondo del local se diseña con la intención de crear la falsa ilusión de ventana, tratándose en realidad de un panel retroiluminado de pergamino y madera de pino que aporta luz y profundidad al local.
Por último, en los baños se vuelve a utilizar la idea de la rasilla dispuesta en espiga pero con un acabado vitrificado. El lavabo es una pieza recuperada en mármol y en la cabinas de los inodoros se mantiene el mismo concepto de la modulación de distintas lamas de madera de pino.
Para más información visiten: Sandra Tarruella interioristas
Vía: Interiores Minimalistas
Situado en la plaza Universidad, céntrica ubicación en uno de los principales ejes comerciales de la ciudad y punto de encuentro habitual de muchos barceloneses, los propietarios pidieron a Sandra Tarruella que el local se abriera a la plaza e invitara a entrar a los transeúntes. Para ello, se creó la ilusión de un espacio exterior -tipo porche- y con vegetación, basado en una reinterpretación de la terraza catalana como concepto típicamente exterior del paisaje urbano de la Ciudad Condal.
Este espacio de transición toma los elementos típicos de estas terrazas como las macetas, las barandillas de hierro y la rasilla en espiga y los aplica en uno de los paramentos verticales, permitiendo la libre distribución de bancos corridos de hormigón con cojines y mesas de exterior. La otra pared, donde se realiza un cambio de material, se reviste con un mural tipo puzzle de madera de pino con distintos anchos de lamas y modulaciones que aporta calidez al ambiente.
También se incopora a este porche la popular butaca Torres Clavé, diseñada por Josep Torres Clavé, en 1934, y que ahora produce Mobles 114, una pieza de mobiliario característica de todos los establecimientos de Buenas Migas.
El cerramiento que da paso al interior del local es una carpintería de acero galvanizado que recuerda a la de los invernaderos y que se puede abrir totalmente para difuminar los límites entre interior y exterior.
Una vez dentro, el local de gran altura y techos antiguos pintados en color blanco neutro se hace eco de los paramentos exteriores en ambos laterales. El mostrador se sitúa junto al acceso y delante de un juego de volúmenes revestidos en tonos blancos rotos y azulados que esconden la cocina.
Diseñado por el propio cliente en forma de L, se presenta como un elemento muy transparente de vidrio y estructura de latón que exhibe toda la comida y el “packaging”. Suspendidas sobre él, la lámpara Buffer de Pols Potten, creada por Wieki Somers, refuerzan una iluminación cálida a la vez que potencian la marca Buenas Migas al ser un elemento común a todos los locales.
El revestimiento de rasilla pintada y las barras horizontales de hierro, que nacen de la idea de las barandillas donde se cuelgan las macetas, sirven como telón de fondo del mostrador y permiten colgar cajas de contrachapado y formica de distintos tonos azulados que sirven de apoyo de todo el producto y “packaging”.
En la pared opuesta, el revestimiento de lamas de madera se prolonga hasta el final del local, sirviendo como soporte de mesas altas y bajas, que se complementan con las sillas Doll de Billiani, y escondiendo el material acústico.
El fondo del local se abre para permitir crear un comedor más amplio, presidido por una mesa comunitaria de madera recuperada y bancos corridos que se apoyan sobre la pared de madera, que sirve de respaldo. Para hacerlos más cómodos, se han dispuesto cojines de punto de Knit Studio de varios colores. Iluminando la mesa, de nuevo, las cálidas luminarias Bufferlamp.
La pared del fondo del local se diseña con la intención de crear la falsa ilusión de ventana, tratándose en realidad de un panel retroiluminado de pergamino y madera de pino que aporta luz y profundidad al local.
Por último, en los baños se vuelve a utilizar la idea de la rasilla dispuesta en espiga pero con un acabado vitrificado. El lavabo es una pieza recuperada en mármol y en la cabinas de los inodoros se mantiene el mismo concepto de la modulación de distintas lamas de madera de pino.
Para más información visiten: Sandra Tarruella interioristas
Vía: Interiores Minimalistas
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