El edificio donde actualmente funciona el Museo Técnico de Viena fue remodelado en los años 90 con el fin de ganar espacio para incorporar un nuevo hall de acceso, una pequeña tienda y una cafetería. Para esto, se insertó una caja de acero y cristal, delante del edificio existente desde 1913.
En su disposición generan un bosque artificial que otorga sombras al lugar y permiten tener visión a través del techo de cristal y hacia la fachada histórica.
Este nuevo espacio resultó tener varios problemas: mala acústica, sobrecalentamiento en verano y frío en invierno, espacios de descanso poco atractivos y falta de identidad.
Finalmente se llama a concurso para darle un nuevo carácter y mejorar las condiciones técnicas de este espacio, en el que Querkraft Architects gana con su propuesta.
Se presenta una solución integral utilizando un único elemento de diseño: árboles-asiento. Consisten en elementos de plástico multifuncionales, para sentarse o descansar, que encierran cada una de las columnas de acero existentes y absorben la acústica del lugar. Además, estos elementos se iluminan desde su interior y cambian de color según la ocasión.
En su disposición generan un bosque artificial que otorga sombras al lugar y permiten tener visión a través del techo de cristal y hacia la fachada histórica.
Con un plan maestro claro y un esquema de circulaciones determinado, junto con la creación de una atmósfera acogedora, los arquitectos lograron mejorar el funcionamiento y la calidad de la construcción. A la vez, relacionan una estructura existente modificada con un elemento de diseño contemporáneo, enfatizando en el evidente contraste entre lo histórico y lo moderno.
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