Situado en la ciudad polaca de Breslavia (Wrocław), Biggy es un local que une el concepto de bar con el de restaurante de comida casera, a través de un diseño creado por Buck Studio que busca una inmersión total en la cultura de la vida urbana estadounidense de la década de los 90.
Buck Studio es un estudio polaco de diseño multidisciplinar especializado en diseño de interiores y fundado por Dominika y Pawel Buck. Ambos han sido los encargados de representar en un espacio de 165m2 este estilo urbano tan marcado y característico basado en la comida de “confort” más típica, en una paleta de colores eléctricos y muy cañeros, además de una decoración y distribución basada en materiales y formas geométricas que llenan el local de ritmo visual.
Nostalgia noventera y un estilo muy cañero
Biggy es un espacio donde los extremos se tocan. El ambiente distendido y casual propio del “street food” casa a la perfección con la elegancia del minimalismo contemporáneo. El restaurante une moda, música, cine y televisión, 4 de los elementos básicos de la cultura moderna para hacer un homenaje a lo grande a la época de los 90.
Se trata un poco de aprovechar esta ola de nostalgia, y representarla en un espacio de hostelería para explorar y potenciar sus posibilidades. De alguna manera, Buck Studio enfoca el proyecto de modo que el estilo, la estética visual y lo que evoca el concepto de diseño, se convierte en una ventaja contemporánea que atrae a los clientes.
Distribución casual y ambiente distendido
Estas mallas metálicas geométricas funcionan también como elementos de distribución del espacio, convirtiéndose en el leitmotiv espacial que organiza el interior del local. El restaurante se dividió en varias áreas de consumo, que permiten generar ambientes distintos. Con una capacidad para 70 comensales, Biggy se divide en dos: por una parte, mesas íntimas para dos personas ubicadas a lo largo de sofás, y por otra, bancos compartidos con taburetes.
Nostalgia noventera y un estilo muy cañero
Biggy es un espacio donde los extremos se tocan. El ambiente distendido y casual propio del “street food” casa a la perfección con la elegancia del minimalismo contemporáneo. El restaurante une moda, música, cine y televisión, 4 de los elementos básicos de la cultura moderna para hacer un homenaje a lo grande a la época de los 90.
Se trata un poco de aprovechar esta ola de nostalgia, y representarla en un espacio de hostelería para explorar y potenciar sus posibilidades. De alguna manera, Buck Studio enfoca el proyecto de modo que el estilo, la estética visual y lo que evoca el concepto de diseño, se convierte en una ventaja contemporánea que atrae a los clientes.
El local está repleto de tonos saturados que evocan directamente al estilo urbano de finales de siglo, una paleta basada en colores primarios que generan una potencia visual muy divertida a la vista. Esta elección de color combinada con una cuadrícula rígida de marcos de malla de acero y patrones de azulejos, consiguen un equilibrio perfecto.
Se generan yuxtaposiciones sugerentes que fusionan armónicamente la geometría y el ritmo rígido de las paredes con el carácter desenfadado y estridente de los tonos. Esto empapa el local de una identidad que se acerca al estilo del hip-hop freestyle.
Se generan yuxtaposiciones sugerentes que fusionan armónicamente la geometría y el ritmo rígido de las paredes con el carácter desenfadado y estridente de los tonos. Esto empapa el local de una identidad que se acerca al estilo del hip-hop freestyle.
Distribución casual y ambiente distendido
Estas mallas metálicas geométricas funcionan también como elementos de distribución del espacio, convirtiéndose en el leitmotiv espacial que organiza el interior del local. El restaurante se dividió en varias áreas de consumo, que permiten generar ambientes distintos. Con una capacidad para 70 comensales, Biggy se divide en dos: por una parte, mesas íntimas para dos personas ubicadas a lo largo de sofás, y por otra, bancos compartidos con taburetes.
Esta distribución enfatiza la atmósfera informal y libre que el concepto de diseño quiere transmitir. Además, la guinda del pastel son un conjunto de letreros de neón luminosos diseñados por Łukasz Wojciechowski que muestran varias frases desenfadadas con tipografías estilo graffiti. “Cheesus walks with me”, “You wanna pizza me?” o “Legalize marinara” son algunos de los juegos de palabras que se pueden leer en las paredes de Biggy. Estos lemas se complementan con música hip-hop pegadiza y con una máquina de videojuegos vintage lista para que los clientes la puedan usar.
Biggy plantea una experiencia de usuario que refleja a la perfección la filosofía de su concepto de diseño. Además, es algo que también queda bien plasmado en el menú que ofrece. Un conjunto de platos preparados con ingredientes simples y muy comunes que con combinaciones originales y un toque artesanal, sacian a los aficionados del fast-food americano más clásico.
Para más información visiten: Buck.Studio
Vía: Diariodesign
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