Son suelos de parquet tradicionales, que se colocan pegados a la solera, con distintos tipo de cola dependiendo de si se trata de Lamparquet de Gran Formato (de 35 a 95cm de largo, 13 a 14cm de grosor y 6 a 8cm de anchura) o Lamparquet Estándar. En el primer caso, o si la solera no es porosa (cerámica por ejemplo), se utilizan colas a base de resinas poliuretánicas. En el segundo caso, se pueden utilizar adhesivos en base agua de acetato de polivinilo que, dicho sea de paso, son más económicos.
La madera de la que están fabricados los suelos de lamparquet es diversa y entre ellas, las más usuales en su elaboración son: roble, elondo, jatoba, eucalipto, iroko, cumarú..etc.
En su presentación, vienen en bruto (sin terminar) para su pegado, ligado y barnizado en el lugar donde se va a colocar, lo cual exige un tiempo considerable para la realización de todas las etapas.
Las formas de colocación son muy variadas, siendo la más común en paralelo (filas paralelas de tablas), aunque también son muy típicas las instalaciones en diagonal o espiga, formando figuras geométricas, con fajeados...etc.
La norma que los regula es la UNE-EN 13227 "Suelos de Madera. Productos de Lamparquet Macizo", estableciendo una humedad de equilibrio higroscópico en el momento de suministro de entre el 7% y el 11% de humedad en peso.
En su día fue el diseño de parquet más demandado. Hoy en día, debido a la gran demanda de los suelos laminados y los parquets multicapa, así como a su precio ligeramente superior y a lo laborioso de su colocación (exige desalojar muebles e incluso a los habitantes de la vivienda, en la mayoría de los casos), los suelos de lamparquet han visto mermadas mucho sus ventas, en detrimento de los primeros. Es una pena, porque son una opción muy buena y duradera si queremos disponer de la calidez y prestancia de un suelo de madera en nuestra casa.
Vía: Expertos en parquet
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