El diseño se centró en mantener abiertas las vistas a la ciudad, maximizar la altura libre y presentar un ambiente fresco e informal, que no compitiera con el diseño original de la torre. Se retiraron todos los obstáculos existentes para integrar todo el espacio y obtener los 360º de vista para los comensales. Dejando el núcleo central de circulaciones verticales. Se concentraron en los recubrimientos en tres planos: piso de pasta, lambrines y celosías en muros y plafón.
Los únicos muros se generan en el núcleo, mismos que cubrieron con piezas de concreto, diseñadas especialmente con referentes de dibujos geométricos de las culturas prehispánicas, diseño se repite en todo el espacio, lambrines y celosías. Al ser un edificio que ha sobrevivido varios sismos, encontraron desniveles importantes en losas, para el plafón diseñaron una “pérgola” irregular, que absorbe las diferencias de nivel. En cuanto a materiales manejaron una paleta de colores y materiales muy sencilla, blanco y dos tonos de verde y carpintería de huanacaxtle, para mantener la idea de “terraza” y la luminosidad del espacio. La iluminación se diseñó integrada a la pérgola de manera que no se obstaculiza en ningún punto la increíble vista a la ciudad
Para Latino 40, invirtieron los colores de lambrines y celosías a negro para lograr un ambiente íntimo con reminiscencias a la época de construcción de la torre. Aprovechando el techo bajo y las vistas espectaculares de la ciudad se trabajó con el diseño de iluminación y espejos para generar efectos y reflejos de las luces de la ciudad dentro del espacio. Diseñaron tres barras que generan un recorrido y diferentes rincones de convivencia. Reinterpretaron la silla Acapulco en acero inoxidable y diseñaron la mesa “platino” para enfatizar el sitio.
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