El reto era este: convertir una esquina en una curva. Reto superado. La tienda de Freshly Cosmetics de la calle Portaferrissa de Barcelona se exhibe al público, orgullosa de sus curvas.
Cercana, pero atrevida. Natural y transparente. Así nace la primera Freshly Store. Una tienda en esquina que, a través de un plano curvo que atraviesa el espacio, sugiere su recorrido y facilita la compra a los usuarios, a modo de autoservicio.
Su fachada pretende ser invisible permeable a la vista y al paso, de forma que el interior resulte impactante, con su gran lámpara de lona y unos neones que anuncian los valores de la marca: natural, vegan, love animal, healthy, sustainable.
En la entrada, una composición de plantas le da un aire salvaje y, al mismo tiempo, evoca el componente botánico de Freshly, así como el origen de sus productos.
La curva de la tienda habla del recorrido, un autoservicio con camino de entrada y salida. La tienda invita al paseante a entrar, le guía por el espacio y le muestra el camino de salida. Una especie de circuito a través del cual se pueden ir conociendo las últimas novedades en cosméticos.
Para ayudar al cliente a realizar su pago de una forma más cómoda, la tienda cuenta con un punto fijo y con dos puntos móviles en los que se puede pagar con tarjeta o desde el móvil, sin colas ni tiempos de espera.
Los materiales elegidos para la tienda están en línea con la identidad de Freshly. Por un lado, hablan de su componente natural y cercano mediante el empleo de un suelo reciclado con fibras naturales, madera y azulejo y, por el otro, contrastan con el carácter más técnico de la firma a través de una lona tensada con neones, tubos y baldas de acero inoxidable.
Para más información visiten: CuldeSac, Freshly Cosmetics
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