Como si de un pequeño planeta se tratase, Terre lo tiene todo: es un restaurante, una bodega, un bar y una coctelería. Está situado dentro de la órbita de Alicante, en concreto junto al puerto deportivo, hecho que afecta a su arquitectura e interiorismo. Pero no piensen en un concepto de aire industrial. El estudio de Sandra Tarruella y Ricard Trenchs ha creado un local nocturno, elegante y ‘ensimismado’, inspirado en los años 50 con sus piedras veteadas, las patas cromadas, los barnices brillantes sobre maderas nobles y los tapizados en piel oscura.
El local cuenta con cinco puntos neurálgicos: el restaurante gastronómico Murri y la cocina a la vista, la barra de cócteles, la barra de vinos y un pequeño escenario. Como hemos dicho antes, el espacio “mira hacia adentro y se orienta hacia sus propios focos de atención”; pero las grandes cristaleras de la fachada permiten que estos puntos funciones como reclamo desde el exterior.
Terre tiene un look de noche pero abre desde el mediodía. Para conseguir que esta fórmula funcionase, Tarruella y Trenchs han utilizado diferentes alturas para los asientos y las mesas. De este modo, el local se distribuye en dos barras alrededor de las cuales los clientes se sientan a comer o beber de manera informal y una zona de comedor en la que sentarse pero sin perder la perspectiva del espacio.
De cara a definir el interior, el estudio ha echado mano de elementos arquitectónicos: el parquet de roble teñido, el falso techo acústico reticular, el revestimiento ligeramente texturizado de las dos paredes y el muro bajo de piedra azul que define el perímetro del comedor y delimita la zona de cócteles y la zona de vinos.
A destacar que los materiales utilizados van en sintonía con cada ambiente. Vidrio y granito para la zona de cócteles. Puesto que esta zona es la más cercana al exterior, aquí nos encontramos con una barra de granito negro que, ojo, atraviesa la fachada, y una estantería formada por pletinas de hierro, vidrios texturizados retro iluminados y latón.
Madera para la bodega, obviamente. Y en paralelo, una barra de mármol para la zona de vinos, y la contra barra de nogal que se apoya en el muro de piedra. Por otra parte está la celosía hecha de lamas de nogal que deja entrever la bodega.
En la cocina, cerámica. En concreto, la alfombra cerámica que define la ubicación de las mesas altas desde donde los clientes pueden ver la actividad de la cocina. Y por último, la presencia del hierro en la zona del escenario.
Pero lo que sin duda marca la personalidad del local es su verticalidad. Ubicado en un local en chaflán y a doble altura, la primera decisión del equipo fue crear una pasarela en forma de L que, aparte de abrezar estanterías de cócteles y vinos, y acotar la cocina vista, potencia la sensación de amplitud vertical.
La iluminación también coopera con esta verticalidad. Unas luminarias alargadas suspendidas en fila sobre la barra de cócteles iluminan el plano de trabajo. También han diseñado unos columpios formados por hierro, latón y vidrios que enfatizan la verticalidad del local y desempeñan la función de copero y botellero sobre la barra de vinos.
Para más información visiten: Tarruella Trenchs Studio, Grupo Murri
Vía: diarioDESIGN
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