Hay materiales utilizados para el revestimiento de suelos que, inevitablemente, le trasladan a un lugar, a una fragancia en el aire e incluso a un paisaje concreto. Porque históricamente se han vinculado a un tipo de construcción o zona geográfica, y esa “fama” ha trascendido. Es el caso de las baldosas de barro cocido o terracota, que tienen una esencia mediterránea y rústica que no pueden esquivar de ninguna manera. Y así como las baldosas hidráulicas nos transportan a la Barcelona modernista, las baldosas de terracota nos hacen imaginar la típica masía catalana o un cortijo rústico de verano. ¿Quiere enamorarse de los suelos de barro?Pues mire, mire.
Irremediablemente Mediterráneo
Pocos materiales reflejan tanto la esencia mediterránea como el barro. Desde que los griegos introdujeron la arcilla cocida en la Península Ibérica como material de construcción, su uso ha sido predominante hasta el siglo XIX, cuando la industrialización trajo consigo nuevos materiales. Hasta entonces, las baldosas de barro cocido fueron los pavimentos más populares de la arquitectura pública y privada en España, donde permanece una gran tradición en su fabricación.
Irresistiblamente rústico
Las baldosas de barro cocido son de fabricación artesanal. Es decir, que cada baldosa tiene unas irregularidades que son únicas. Y sí, son más delicadas que otros pavimentos de fabricación industrial, pero el encanto y la calidez que aporta el barro natural a una estancia, no se puede comprar. No obstante, su proceso de fabricación se ha modernizado y hoy existen tanto empresas que utilizan técnicas manuales, como mecánicas para su elaboración.
Sello de identidad de masías y cortijos
Las masías son una construcción rural típica de Cataluña, cuyo protagonista es la casa principal, que se construía con unas anchas paredes de piedra. En toda España existen construcciones rústicas con características similares, aunque con otros nombres, como por ejemplo, “possessió” en Mallorca o “cortijos” en Andalucía. En todas estas viviendas rústicas, las baldosas de barro cocido vestían los suelos, convirtiéndose en uno de sus sellos de identidad.
Que permanecen en hoteles rurales
masía o cortijo de sus abuelos. Pero las puede disfrutar igualmente, porque se han reconvertido en hoteles rurales. En el afán de preservar su encanto rústico original, y a pesar de las reformas, los suelos de barro cocido se mantienen. Porque forman parte de su esencia, porque transmiten calidez y rusticidad. Y porque en invierno, preservan muy bien el calor de la calefacción.
Diferentes acabados
Los suelos de barro pueden lucir distintos acabados, que se consiguen aplicando ceras u otros productos específicos que impermeabilizan, acentúan su color natural y le dan más o menos brillo. También hay baldosas artesanales esmaltadas, aunque son más delicadas que los azulejos fabricados con técnicas modernas.
Vía: habitissimo
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