Proyecto dirigido por el estudio A54insistu, el cual se ha dedicado a “otorgar personalidad y sentimiento” a una clase de establecimiento tan poco habitual en la esfera del diseño.
Lo han hecho en un tiempo récord (un mes) y con un presupuesto muy bajo (300€/m²), circunstancias que consideran que han enriquecido el proyecto. El resultado es un espacio donde el producto es el eje vertebrador.
Buscaban que el producto fuese tratado con “la misma exquisitez” que el agricultor lo hace, y que el local sea de fácil lectura para los clientes, así como atractivo y multifuncional, sin desligarse, eso sí, de la imagen asociada a la actividad del negocio.
La imagen final, por tanto, está llena de matices contemporáneos: materiales reciclados y elementos industriales. Colores cálidos versus colores fríos.
La madera manda en el mobiliario y los materiales. Palés reciclados funcionan como estanterías, expositores y mesa mostrador. De madera son también el resto de mesas y los taburetes. También se ha chapado con madera la pared interna del escaparate. La idea era lograr ese punto rústico de “casa con la genética del producto”, explican desde este estudio multidisciplinar que abarca arquitectura, diseño, fotografía y pintura.
El rojo y el verde, los más característicos del mundo vegetal, son el color de la marca. Pero de manera discreta, sólo en el rótulo de la tienda y en pequeños muebles auxiliares. El propio producto ya se encarga de aportar colorido a la tienda. A destacar, eso sí, los tonos fríos de las lámparas – rojos, negros y azules – que contrastan con la imagen cálida de la huerta. Por último, el blanco de las paredes y la madera del mobiliario actúan como un velo neutro para el resto.
La distribución de la planta del local responde a tres objetivos: presentar los productos de manera directa, limpia y ordenada; que el espacio funcione también como punto de reunión (para ir más allá del comercio tradicional); y que permita un almacenaje óptimo.
Para ello se ha dividido el espacio en dos partes: la zona de ventas y la de almacén. La primera se organiza a partir de dos ejes. Uno, paralelo a la vía pública. Aquí está el escaparate y la zona multifuncional, en la que destaca un mural de pizarra para los anuncios. El otro eje es perpendicular y es puramente expositor.
El local goza de mucha luminosidad gracias a la enorme cantidad de luz natural que entra por los dos grandes ventanales que funcionan como escaparates. El fondo blanco y el uso de madera clara refuerzan el efecto. Para la luz artificial se han utilizado diferentes tipos de lámparas, algunas de ellas de estilo industrial.
Para más información visiten: A54insitu
Vía: diarioDESIGN
Lo han hecho en un tiempo récord (un mes) y con un presupuesto muy bajo (300€/m²), circunstancias que consideran que han enriquecido el proyecto. El resultado es un espacio donde el producto es el eje vertebrador.
Buscaban que el producto fuese tratado con “la misma exquisitez” que el agricultor lo hace, y que el local sea de fácil lectura para los clientes, así como atractivo y multifuncional, sin desligarse, eso sí, de la imagen asociada a la actividad del negocio.
La imagen final, por tanto, está llena de matices contemporáneos: materiales reciclados y elementos industriales. Colores cálidos versus colores fríos.
La madera manda en el mobiliario y los materiales. Palés reciclados funcionan como estanterías, expositores y mesa mostrador. De madera son también el resto de mesas y los taburetes. También se ha chapado con madera la pared interna del escaparate. La idea era lograr ese punto rústico de “casa con la genética del producto”, explican desde este estudio multidisciplinar que abarca arquitectura, diseño, fotografía y pintura.
El rojo y el verde, los más característicos del mundo vegetal, son el color de la marca. Pero de manera discreta, sólo en el rótulo de la tienda y en pequeños muebles auxiliares. El propio producto ya se encarga de aportar colorido a la tienda. A destacar, eso sí, los tonos fríos de las lámparas – rojos, negros y azules – que contrastan con la imagen cálida de la huerta. Por último, el blanco de las paredes y la madera del mobiliario actúan como un velo neutro para el resto.
La distribución de la planta del local responde a tres objetivos: presentar los productos de manera directa, limpia y ordenada; que el espacio funcione también como punto de reunión (para ir más allá del comercio tradicional); y que permita un almacenaje óptimo.
Para ello se ha dividido el espacio en dos partes: la zona de ventas y la de almacén. La primera se organiza a partir de dos ejes. Uno, paralelo a la vía pública. Aquí está el escaparate y la zona multifuncional, en la que destaca un mural de pizarra para los anuncios. El otro eje es perpendicular y es puramente expositor.
El local goza de mucha luminosidad gracias a la enorme cantidad de luz natural que entra por los dos grandes ventanales que funcionan como escaparates. El fondo blanco y el uso de madera clara refuerzan el efecto. Para la luz artificial se han utilizado diferentes tipos de lámparas, algunas de ellas de estilo industrial.
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Vía: diarioDESIGN
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