Las personas que sienten fascinación por decorar y ambientar el hogar suelen
cometer un error: superpoblar la casa de muebles, accesorios
y adornos. La decoración excesiva es un pecado frecuente con
varias consecuencias negativas.
Hay que entender a la decoración como algo dinámico. Podemos comprar muebles, por ejemplo, y lograr un ambiente perfecto. Pero dicho equilibrio se perderá si comenzamos a sumar adornos, regalos, recuerdos de viaje y otros objetos. Por eso es imprescindible tratar de mantener un orden.
Si cometemos excesos en la decoración, lo más probable es que el ambiente resulte recargado y que perdamos comodidad y armonía. Difícil concentrarse y relajarse en un cuarto donde todo parece que se nos caerá encima, agobiándonos.
Las visitas, por otra parte, pueden encontrar que una decoración excesiva es estridente. Una pared llena de cuadros, fotografías y repisas parece gritar y reclamar atención, algo que no ocurre si decoramos de manera sutil.
Tenemos que guiarnos con la premisa de que, en decoración, menos es más. En una sala de dimensiones reducidas, una mesa y un sillón pueden ser más que suficientes. Si, además, sumamos una mesa auxiliar, un reposapiés y una biblioteca, lo más probable es que ningún mueble pueda cumplir su función y que el ambiente se convierta en un espacio sobrecargado.
Para evitar la decoración excesiva, debemos respetar una cierta planificación en la ambientación, evitar las compras por impulsos y aceptar que, si sumamos nuevos elementos, tendremos que deshacernos de otros. Otra alternativa, más costosa e incómoda, es mudarse a una casa más amplia donde los excesos pasen desapercibidos… al menos por un tiempo, hasta que se incorporen nuevos adornos.
Vía: Decoraciona
Hay que entender a la decoración como algo dinámico. Podemos comprar muebles, por ejemplo, y lograr un ambiente perfecto. Pero dicho equilibrio se perderá si comenzamos a sumar adornos, regalos, recuerdos de viaje y otros objetos. Por eso es imprescindible tratar de mantener un orden.
Si cometemos excesos en la decoración, lo más probable es que el ambiente resulte recargado y que perdamos comodidad y armonía. Difícil concentrarse y relajarse en un cuarto donde todo parece que se nos caerá encima, agobiándonos.
Las visitas, por otra parte, pueden encontrar que una decoración excesiva es estridente. Una pared llena de cuadros, fotografías y repisas parece gritar y reclamar atención, algo que no ocurre si decoramos de manera sutil.
Tenemos que guiarnos con la premisa de que, en decoración, menos es más. En una sala de dimensiones reducidas, una mesa y un sillón pueden ser más que suficientes. Si, además, sumamos una mesa auxiliar, un reposapiés y una biblioteca, lo más probable es que ningún mueble pueda cumplir su función y que el ambiente se convierta en un espacio sobrecargado.
Para evitar la decoración excesiva, debemos respetar una cierta planificación en la ambientación, evitar las compras por impulsos y aceptar que, si sumamos nuevos elementos, tendremos que deshacernos de otros. Otra alternativa, más costosa e incómoda, es mudarse a una casa más amplia donde los excesos pasen desapercibidos… al menos por un tiempo, hasta que se incorporen nuevos adornos.
Vía: Decoraciona
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