

Si cometemos excesos en la decoración, lo más probable es que el ambiente resulte recargado y que perdamos comodidad y armonía. Difícil concentrarse y relajarse en un cuarto donde todo parece que se nos caerá encima, agobiándonos.
Las visitas, por otra parte, pueden encontrar que una decoración excesiva es estridente. Una pared llena de cuadros, fotografías y repisas parece gritar y reclamar atención, algo que no ocurre si decoramos de manera sutil.
Tenemos que guiarnos con la premisa de que, en decoración, menos es más. En una sala de dimensiones reducidas, una mesa y un sillón pueden ser más que suficientes. Si, además, sumamos una mesa auxiliar, un reposapiés y una biblioteca, lo más probable es que ningún mueble pueda cumplir su función y que el ambiente se convierta en un espacio sobrecargado.
Para evitar la decoración excesiva, debemos respetar una cierta planificación en la ambientación, evitar las compras por impulsos y aceptar que, si sumamos nuevos elementos, tendremos que deshacernos de otros. Otra alternativa, más costosa e incómoda, es mudarse a una casa más amplia donde los excesos pasen desapercibidos… al menos por un tiempo, hasta que se incorporen nuevos adornos.
Vía: Decoraciona
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