La idea era recrear el escenario de un cuento,
convertir la fachada en el espejo de Alicia en el país de las maravillas e invitar a los niños -y a sus padres- a traspasarlo. Al otro lado del espejo, en el interior de esta tienda en Mataró (España), estalla el acaramelado mundo infantil de curvas, colores intensos, mobiliario blando, iluminación sorprendente y rincones secretos. La interiorista Elia Felices quiso cumplir con todas esas expectativas y superarlas.
Felices optó por restar azúcar y añadir Leds. El resultado es que el escenario se impone a los juguetes. Se ve antes la tienda que los objetos que se venden, y eso, en una juguetería, es más que un logro. La interiorista trató de crear misterio (con sucesiones de arcos, escondiendo estanterías y sorprendiendo con lugares inesperados) en lugar de recurrir a lo fácil: empalagar. Apeló al espíritu aventurero de los niños en lugar de embadurnarlos de ternura. Así, con litros de pintura verde lima y rosa fucsia, curvas, arcos y el trabajo minucioso de un mobiliario exclusivo y hecho especialmente a medida, la interiorista se lanzó a conquistar el local.
En la primera planta, tras la fachada-espejo, el mostrador tiene forma de tarta de cumpleaños, vigila el acceso a la tienda y expone las novedades. Un poco más adelante, una sucesión de arcos va descubriendo universos de juego. Al final de la sala, una escalera conduce a la planta baja. Allí, una gran piscina -con banco mullido y coloreado- es un escenario para cuentacuentos o un gran estanque para los peluches de mayor tamaño cuando nadie explica historias. Por lo demás, en ambas plantas, todo cuelga y todo tiene un sitio.
Al orden del ejército de juguetes se suma la estrategia de la iluminación. Las lámparas colgantes, que parecen globos flotantes, se mezclan con la luz de los Leds, que brota de nadie sabe muy bien dónde. El arco iris tiene más de siete tonos en este escenario fantasioso que invita a jugar.
convertir la fachada en el espejo de Alicia en el país de las maravillas e invitar a los niños -y a sus padres- a traspasarlo. Al otro lado del espejo, en el interior de esta tienda en Mataró (España), estalla el acaramelado mundo infantil de curvas, colores intensos, mobiliario blando, iluminación sorprendente y rincones secretos. La interiorista Elia Felices quiso cumplir con todas esas expectativas y superarlas.
Felices optó por restar azúcar y añadir Leds. El resultado es que el escenario se impone a los juguetes. Se ve antes la tienda que los objetos que se venden, y eso, en una juguetería, es más que un logro. La interiorista trató de crear misterio (con sucesiones de arcos, escondiendo estanterías y sorprendiendo con lugares inesperados) en lugar de recurrir a lo fácil: empalagar. Apeló al espíritu aventurero de los niños en lugar de embadurnarlos de ternura. Así, con litros de pintura verde lima y rosa fucsia, curvas, arcos y el trabajo minucioso de un mobiliario exclusivo y hecho especialmente a medida, la interiorista se lanzó a conquistar el local.
En la primera planta, tras la fachada-espejo, el mostrador tiene forma de tarta de cumpleaños, vigila el acceso a la tienda y expone las novedades. Un poco más adelante, una sucesión de arcos va descubriendo universos de juego. Al final de la sala, una escalera conduce a la planta baja. Allí, una gran piscina -con banco mullido y coloreado- es un escenario para cuentacuentos o un gran estanque para los peluches de mayor tamaño cuando nadie explica historias. Por lo demás, en ambas plantas, todo cuelga y todo tiene un sitio.
Al orden del ejército de juguetes se suma la estrategia de la iluminación. Las lámparas colgantes, que parecen globos flotantes, se mezclan con la luz de los Leds, que brota de nadie sabe muy bien dónde. El arco iris tiene más de siete tonos en este escenario fantasioso que invita a jugar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario