En esta casa de Brooklyn, una pareja de artistas buscan dar cabida a todos sus objetos. Y darles a sus gatos su propio espacio.
Ya sabemos que los gatos son muy suyos. Y a la hora de manipular sentimientos, nadie mejor que ellos. En esta casa de Brooklyn han llegado al extremo de conseguir que sus propietarios diseñen la vivienda atendiendo sus gustos y necesidades. Por suerte, el resultado es un espacio donde la luz y el color son los que realmente presiden las estancias.
El nombre del proyecto lo dice todo: House for Booklovers and Cats. Es decir, una casa para los amantes de los libros y los gatos. Bajo esa premisa ha trabajado el estudio BFDO Architects, los cuales se definen como un equipo al que le gusta adaptarse a la relación evolutiva entre los habitantes de la vivienda y su entorno. En este caso, el entorno se adscribe al interior.
Y el interior de esta vivienda de tres plantas es un lugar donde los libros, el arte y los espacios de creación son igual o más importantes que otras estancias para la pareja de poetas a la que pertenece la casa.
Para dar cabida a todo ello, la planta primera se abre en sentido literal y figurado. Sus paredes se convierten en estanterías y murales, dando cabida a las pertenencias. Las cuales pasan a formar parte de la vida diaria.
El mobiliario y la decoración son los encargados de separar visualmente las estancias de la planta: recibidor, salón, sala de estar, comedor, cocina y una zona de paso ‘interna’ que permite circular entre ellas sin pisar la sala de estar.
En este ejercicio de integración, la protagonista es una de las paredes longitudinales que recorre toda la planta. Se trata de un tabique en el que se encajonan huecos y estantes a modo de librería para todo tipo de objetos artísticos.
Esta pared es territorio de los gatos. La irregularidad de la parte superior del tabique fue creada a propósito para que los felinos se desplacen por las alturas – tras acceder por los peldaños que configuran los huecos –, observen todo lo que ocurre desde una posición privilegiada y se escondan cuando acudan invitados. Los dueños ya advirtieron que sus mascotas eran “tímidas pero inquisitivas”. Así que casi hay que pedirles permiso para coger un libro.
Destaca un pequeño altillo de madera, el nido lo llama la propietaria, para pensar y escribir.
Zona libre
La planta subterránea es un estudio de invitados y una zona cat-free, es decir, libre de gatos. En el resto de la vivienda hay varias trampillas para que éstos accedan a todas partes.
La casa respira un ambiente hogareño e íntimo. El mobiliario y los acabados hechos de materiales reciclados son en gran parte los causantes de ello.
La iluminación natural, por su parte, otorga luminosidad y espaciosidad. Esto se ha conseguido con el emplazamiento de una claraboya en el tejado que atraviesa las dos plantas y cae hasta el recibidor. Grandes ventanales de cristal y un par de balcones contribuyen al efecto.
La planta subterránea es un estudio de invitados y una zona cat-free, es decir, libre de gatos. En el resto de la vivienda hay varias trampillas para que éstos accedan a todas partes.
La casa respira un ambiente hogareño e íntimo. El mobiliario y los acabados hechos de materiales reciclados son en gran parte los causantes de ello.
La iluminación natural, por su parte, otorga luminosidad y espaciosidad. Esto se ha conseguido con el emplazamiento de una claraboya en el tejado que atraviesa las dos plantas y cae hasta el recibidor. Grandes ventanales de cristal y un par de balcones contribuyen al efecto.
La vivienda recoge el carácter introspectivo de un escritor pero también la creatividad de un artista. Esto último a través de colores vibrantes y alegres como amarillos, verdes y naranjas en contraposición con rosas, rojos y azules.
Fotografías: Francis Dzikowski
Fotografías: Francis Dzikowski
Para más información visiten: Barker Freeman BFDO
Vía: diarioDESIGN
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