En un edificio moderno, incluido en el catálogo del patrimonio arquitectónico de Barcelona, el diseñador Tomás López Amat ha llevado a cabo una cuidada reforma, con una especial sensibilidad hacia las preexistencias. Dicho edificio fue construido por Francesc Mitjans en 1958, quien tuvo en cuenta la resolución de todo tipo de detalles como las manetas y pomos de todas las puertas. La vivienda conserva elementos originales con más de 50 años de antigüedad como la escalera, las puertas y carpinterías interiores, el pavimento de madera maciza sobre rastreles y algún cerramiento de perfilería de hierro.
Organizado en dos niveles –con 283 metros cuadrados interiores y 105 de terraza– se trata de un ático duplex que, distribuido originalmente en cuatro habitaciones, ha sido capaz de adaptarse a las nuevas exigencias programáticas sin casi ninguna modificación en los espacios destinados a dormitorios. “Una de las virtudes del espacio proyectado por Mitjans, a mantener y mejorar, era la del espacio fluido y la concatenación de las diferentes estancias” señala Tomás López.
Desde el comienzo, las primeras propuestas centraron la modificación de la amplia zona de cocina y servicios. Una estancia que el responsable de la reforma ha querido convertir en el núcleo generador de la vivienda, completamente abierto a los espacios que lo rodean, sin puertas hacia el recibidor, el distribuidor y la escalera, y directamente conectado con una gran terraza.
En la terraza se eliminaron los revestimientos de cañizo y las cubiertas ligeras de fibrocemento que cubrían las grandes vigas de cemento armado proyectadas por Mitjans.
En la misma planta, y al otro lado del gran espacio de la cocina, se localizan dos dormitorios, con zona de estudio incorporada, y un baño.
Las dos plantas quedan comunicadas interiormente por una escalera de madera apoyada sobre una losa de cemento armado, que por su valor patrimonial -aunque no catalogado- se decidió mantener en su estado original. En ella, y para darle mayor protagonismo dentro de la vivienda, se eliminó un pequeño tabique lateral, abriéndola así hacia el salón-comedor.
En la planta superior se mantuvo la distribución primitiva, con el resto de dormitorios y una gran zona de trabajo en el espacio de llegada donde, al igual que la gran terraza de esta planta, se ha conservado la carpintería metálica de la fachada original.
Las bañeras de forja de los cuartos de baño fueron sustituidas por duchas de obra hechas ‘in situ’, y en los pavimentos se ha respetado la baldosa de gres en forma hexagonal y color claro empleada en todos los baños de la finca.
En toda la casa se conservan las características puertas rechapadas en roble, con tapetas de la misma madera maciza y manetas en acero pintado de color negro diseñadas por Mitjans. Además, algunas de las puertas sobrantes se reutilizaron a modo de mesas para escritorio, y se aprovecharon todo tipo de muebles y otras piezas como espejos y luminarias ya existentes en la vivienda, a las que se dotó de una segunda vida.
“La actitud compartida con la propiedad de la vivienda nos ha permitido proponer un lenguaje que no se empaste con la preexistencia y que a la vez no provoque una desintonía argumental, en cuanto a la idea de espacio, sino que la refuerce” señala el diseñador. Una postura que se traduce en una reducción al máximo de los nuevos materiales de revestimiento empleados: microcemento continuo para los nuevos pavimentos, hierro barnizado, DM pintado en el mismo color de las paredes (blanco o gris) y tablero de madera de abeto contrachapado en la cocina.
Para más información visiten: Estudio Tomás López Amat
Vía: diarioDESIGN
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