Dicen que la economía se está reactivando y con ella el número de empresas y negocios que abren cada día en la calle, así que nos metemos hoy de lleno en el diseño de tiendas y locales centrándonos en un elemento muy particular de la decoración de fachadas que tiene más importancia de la que parece: La banderola.
Las banderolas en general provienen de la época medieval, empleándose como elemento decorativo y comunicativo en torneos y ceremonias o incluso como elemento identificativo de guerreros y equipos en batalla (una forma de captar desde la distancia “ese es de los nuestros”).
A día de hoy las banderolas de fachada siguen manteniendo los tres objetivos, ya que aparte de complementar la estética del rótulo de la fachada (aspecto decorativo), permiten ofrecer una mayor visibilidad a los viandantes que pasean por la acera (aspecto comunicativo) y de reconocimiento inmediato de la marca (aspecto identificativo).
Eso sí, como en todo, existen gran variedad de tipologías y diseños cuya elección habrá que abordar dentro del proyecto de diseño conjunto del resto del local, siendo tres los principales aspectos a tener en cuenta:
Banderolas circulares
Banderolas tipográficas
Banderolas artísticas
Rizan el rizo. Son joyas urbanas, obra de auténticos artistas, fundamentalmente metalistas o artesanos de la madera y podemos considerarlas casi patrimonio artístico. Su coste sube exponencialmente respecto a las opciones anteriores, pero tienen un “algo” especial que hace involuntario el movimiento de sacar la cámara del bolsillo para inmortalizarlas. Suelen ser de diseño exclusivo y original, identificativo de un solo comercio, y están especialmente presentes en cascos históricos de especial interés, donde las demás tipologías de banderolas “contaminarían” el mágico paisaje arquitectónico del lugar.
Forma (rectangular, circular, geométrica)
Materiales (tela, materiales plásticos, DM, metacrilato…)
Estilo (minimalistas, retro, vintage, shabby, humorísticas…)
Materiales (tela, materiales plásticos, DM, metacrilato…)
Estilo (minimalistas, retro, vintage, shabby, humorísticas…)
Además hay que considerar otros aspectos, como la posibilidad de retroiluminarlas para que se vean bien por la noche (lo que condicionará el material elegido), la visibilidad que ofrezcan (pues su principal objetivo es que no pasen desapercibidas para que el cliente tome la decisión de entrar en tienda mucho antes de pasar justo por el escaparate) y la normativa municipal vigente (que limitará nuestras opciones en cuanto a tamaño, colores, iluminación e incluso la prohibición expresa de su colocación).
En cualquier caso, a nivel decorativo pueden dar un aspecto distintivo al diseño de locales comerciales y por eso hoy queremos mostrar varios ejemplos. Como la cantidad de ejemplos es ingente y colapsaríamos hasta el mismísimo servidor de google, nos centraremos en este post en el primero de los elementos a tener en cuenta: Su forma.
Banderolas rectangulares y cuadradas
Son las más clásicas y recurrentes en las calles al ser las más versátiles y sencillas de fabricar. Las podemos encontrar en cualquiera de los materiales mencionados antes, como tela, metal, madera, chapa distintos colores que identifiquen a la marca, así como retroiluminadas o incluso con luces de neón.
Banderolas circulares
El circulo es a nivel general la forma más reconocida y con mayor capacidad de visualización, ya que el punto hace que nuestro cerebro directamente nos indique que existe algo que nos están intentando contar. Focaliza la atención y por tanto tiene una capacidad comunicativa muy poderosa, aunque suele ser algo más cara de fabricar que la anterior tipología, pues en diseño interior todo lo curvo lleva un plus.
Banderolas tipográficas
Si lo que se pretende es rehuir de las formas más comunes para el diseño de nuestra banderola, destacarnos del entorno y optar por algo más original, podemos usar la tipografía como elemento comunicativo de nuestro negocio. Las banderolas con forma de letras corpóreas son mucho menos habituales, ya que su coste es relativamente alto por la mayor complejidad de corte, pero tienen, además del importante aspecto comunicativo (pues destacan más), un potente aspecto identificativo de marca, y son ideales para complementarlas con iluminación, ya sea retroiluminada o con neón.
Si lo que queremos es que el viandante identifique no tanto nuestra marca como el producto o servicio que se vende dentro, lo mejor es recurrir a la simbología o los elementos figurativos. Este tipo de banderolas para fachadas son las que mejor representan el negocio al que acompañan: tijeras para peluquerías, botones para mercerías, barras de pan para panaderías, o incluso las clásicas cruces para farmacias, identifican claramente desde lejos lo que nos vamos a encontrar. Tampoco son baratas, pero su potentísimo componente comunicativo compensa y además suelen ir acompañadas de un punto lúdico que atrae al viandante, por lo que con suerte pueden ser incluso fotografiadas, comentadas y viralizadas en redes sociales, dando difusión a nuestro negocio.
Banderolas artísticas
Rizan el rizo. Son joyas urbanas, obra de auténticos artistas, fundamentalmente metalistas o artesanos de la madera y podemos considerarlas casi patrimonio artístico. Su coste sube exponencialmente respecto a las opciones anteriores, pero tienen un “algo” especial que hace involuntario el movimiento de sacar la cámara del bolsillo para inmortalizarlas. Suelen ser de diseño exclusivo y original, identificativo de un solo comercio, y están especialmente presentes en cascos históricos de especial interés, donde las demás tipologías de banderolas “contaminarían” el mágico paisaje arquitectónico del lugar.
Vía: Decofilia
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