
La Navidad Clásica, es la más común de las Navidades. La Navidad de toda la vida, la del abeto navideño, la del portal de Belén, la de la guirnalda, la bola, el espumillón… y también la del mantel de hilo y el candelabro de plata sobre la mesa.

Si pensamos en el árbol, suele ser grande y se presenta repleto de figuritas, que generalmente se caracterizan por presentarse en tonalidades semejantes. El dorado es una apuesta sobre seguro, pero este tipo de Navidad también acepta otros tonos, como el plata o el azul.
A las figuritas del portal de Belén casi podríamos considerarlas como el buque insignia de la Navidad clásica, porque esta era la forma tradicional de decorar los hogares en España, hasta que se importara la americana costumbre del abeto navideño.

En la Navidad clásica cobran especial relevancia todos aquellos acontecimientos que se desarrollan alrededor de la mesa. El menaje, la mantelería, la cubertería, la cristalería, el centro de mesa y todos aquellos accesorios que nos acompañen durante la celebración, tendrán tanta importancia como el propio menú, para conseguir un embriagador ambiente a tradición.
El cristal es el material que proporciona el brillo más profundo, intenso y sentimental. Hace que se refleje sobre el, el color y la luz, dando profundidad a cada complemento. El resultado es el de una Navidad absolutamente espiritual.

La Navidad clásica es esa que decía el villancico: ooohhh !!! Blanca Navidaaaad… y toda nuestra casa aparece nevada, repleta de accesorios de decoración resistentes a las bajas temperaturas.
Vía: Deco Estilo
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