Ubicado en una primera planta de un edificio residencial del ensanche de Bilbao se plantea un cambio de uso de un espacio destinado a una actividad terciaria a un uso como vivienda.
Dicho espacio se encontraba dividido en cinco pequeños departamentos, dos aseos y un pasillo en L que daba acceso a todos ellos. Ante el cambio de uso tan radical se descarta conservar cualquier tipo de elemento, vaciando el local completamente como paso previo al levantamiento de la nueva distribución.
Antes de plantear la nueva vivienda se analizan las ventajas e inconvenientes que presenta la oficina derivadas de su propio uso; por un lado el local cuenta con una gran superficie acristalada, mucho mayor de lo que es habitual en las viviendas características de la ciudad, además, también contrario a la norma, esta superficie destinada a ventana se extiende de manera horizontal por toda la fachada al contrario del hueco vertical o de proporciones cercanas al cuadrado predominantes en los edificios residenciales de Bilbao.
Del mismo modo se cuenta con una altura importante, de más de tres metros, y una estructura de pilares y vigas de hormigón con forjados construidos mediante losa del mismo material.
En el lado opuesto se encontraron con una planta difícil de distribuir como consecuencia de su morfología, de la incómoda ubicación del único patio con acceso y de las limitaciones existentes en lo referente a la situación de las instalaciones de evacuación y ventilación del edificio.
Se decide, en la medida de lo posible, remarcar esas particularidades entendidas como positivas y enfatizar esa horizontalidad con la que la vivienda se relaciona con el exterior y que, además, dota al espacio de un carácter industrial tantas veces menospreciado.
Bajo esas dos premisas básicas se toman las diferentes decisiones de proyecto, ya sea en planta o en sección se intenta primar esa condición de “espacio singular”.
Así es como un gran vestíbulo-estudio de color oscuro enmarca en un primer contacto con la vivienda ese ventanal que ilumina el gran espacio central de la casa el cual alcanza toda la altura existente, dejando así toda la estructura a la vista sin renegar de ese carácter industrial antes referido.
En planta todo gira en torno a ese espacio, repartiéndose el resto de habitáculos por la superficie restante y siempre respondiendo de igual manera a esa sumisión a la horizontalidad.
En lo referente a la materialidad se busca un enfrentamiento consciente entre la dureza y la calidez, un hormigón castigado y duro se suaviza mediante el uso de materiales y elementos acogedores como el roble, las tonalidades neutras o cortinas clásicas entre otros que permiten obtener un clima amigable sin renunciar al carácter protagonista de la estructura existente.
Un proyecto que intenta ensalzar las bondades de lo que ya existe sin renunciar a un esquema funcional de vivienda, dejando claro que lo que ahí se crea es algo nuevo dentro de un envoltorio ya desgastado y con historias que merecen seguir estando visibles para aquel que desee escucharlas.
Para más información visiten: Garmendia Cordero Arquitectos
No hay comentarios:
Publicar un comentario