Aunque los muebles de ratán tienen una larga historia, no fue hasta finales de los años 40 cuando se puede considerar que este material adquirió tintes modernos. El encargado de ello fue el arquitecto y diseñador alemán Egon Eiermann, que inauguró con su sillón E-10 (o Rattan Lounge Chair), diseñado en 1949, una nueva tipología de mueble de ratán.
Egon Eiermann tenía predilección por el uso de este material. Ya en 1936 había creado unas puertas de garaje en ratán para alguno de sus primeros diseños de casas. Para crear el sillón E-10, conocido hoy en día como “La silla Eiermann”, no se inspiró en los antiguos muebles de estilo colonial, en los que hasta entonces se venía usando este material, sino que surgió mediante un nuevo modo de pensar, gracias a la cuidadosa observación de cómo trabajaban los artesanos tejedores. Así, su diseño se desarrolló no por inspiración sino a través de la comprensión del proceso de construcción de este material y de sus posibilidades.
De este modo, Egon Eiermann consiguió con este modelo el más perfecto, elegante y proporcionado de todos los muebles de ratán que llegó a fabricar: un sillón cómodo y versátil, con tal estabilidad que no necesitaba armazón de soporte. Quizás por eso haya servido como “plantilla” para las numerosas copias o asientos similares que se han producido a lo largo de muchas décadas.
Como curiosidad, cerca de una centena de sillones E-10 se usaron tanto fuera como dentro del Pabellón alemán de la Exposición Universal de Bruselas de 1958 diseñado por el propio Eiermann.
El sillón E-10 es apto tanto para uso exterior como interior y está disponible con o sin cojín de algodón blanco o lana.
Egon Eiermann tenía predilección por el uso de este material. Ya en 1936 había creado unas puertas de garaje en ratán para alguno de sus primeros diseños de casas. Para crear el sillón E-10, conocido hoy en día como “La silla Eiermann”, no se inspiró en los antiguos muebles de estilo colonial, en los que hasta entonces se venía usando este material, sino que surgió mediante un nuevo modo de pensar, gracias a la cuidadosa observación de cómo trabajaban los artesanos tejedores. Así, su diseño se desarrolló no por inspiración sino a través de la comprensión del proceso de construcción de este material y de sus posibilidades.
De este modo, Egon Eiermann consiguió con este modelo el más perfecto, elegante y proporcionado de todos los muebles de ratán que llegó a fabricar: un sillón cómodo y versátil, con tal estabilidad que no necesitaba armazón de soporte. Quizás por eso haya servido como “plantilla” para las numerosas copias o asientos similares que se han producido a lo largo de muchas décadas.
Como curiosidad, cerca de una centena de sillones E-10 se usaron tanto fuera como dentro del Pabellón alemán de la Exposición Universal de Bruselas de 1958 diseñado por el propio Eiermann.
El sillón E-10 es apto tanto para uso exterior como interior y está disponible con o sin cojín de algodón blanco o lana.
Vía: Decofilia
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