El vecindario más antiguo de Roma, un viejo convento, una galería de arte contemporánea dentro y una coctelería secreta de regalo. El adjetivo que levanta en quienes visitan este espacio tan original es ¡Sacripante! (asombroso en italiano). Y así se llama la galería. Amén de que es el nombre del cardenal que mandó levantar el templo en el siglo XVIII.
Sacripante solamente expone la obra de dos artistas durante seis meses. Pasado ese tiempo, otros dos artistas remplazan a los anteriores y la galería renace, pues el paso de cada artista cambia el local en cuerpo y alma. Los primeros fueron Lucamaleonte y David Diavù Vecchiato.
Los propios dueños – Alessandro es arquitecto – se han encargado del interiorismo de la galería que, por momentos, respira el ambiente de un auténtico convento con sus silenciosas paredes lisas, a malas penas rotas por dramáticas aberturas verticales, llamativamente estrechas. En otros momentos uno podría pensar que está en una cueva debido a las paredes de roca y los techos abovedados.
El espacio de la galería es una mezcla barroca, monacal y con un punto industrial. El cemento convive con terciopelos, vigas de madera del techo y muebles de los años cuarenta. En la paleta cromática predomina el gris con toques de color como el rojo o el verde. La parte más moderna son detalles como dejar los conductos metálicos a la vista.
La iluminación es íntima. Destacan las luces amarillas dentro de lámparas con pantallas que crean dibujos de sombras en las paredes.
La coctelería es una joya aparte. Aquí uno parece que entra en una farmacia de los años treinta ya que los propietarios han rendido un homenaje al hecho de que en dicha calle estuviera emplazada una famosa escuela de física y química de la época.
Sobre un mueble de boticario, las bebidas se sirven en vasos originales de entoces entre algunos utensilios del oficio de por medio.
Fotografías cortesía de la Sacripante Art Gallery.
La coctelería es una joya aparte. Aquí uno parece que entra en una farmacia de los años treinta ya que los propietarios han rendido un homenaje al hecho de que en dicha calle estuviera emplazada una famosa escuela de física y química de la época.
Sobre un mueble de boticario, las bebidas se sirven en vasos originales de entoces entre algunos utensilios del oficio de por medio.
Fotografías cortesía de la Sacripante Art Gallery.
Para más información visiten: Sacripante
Vía: diarioDESIGN
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