Una cuidada reforma, planteada en gran parte por sus nuevos propietarios –un matrimonio con dos hijos y un perro–, logró convertir esta vivienda de dos plantas, oscura y destartalada, en un casa familiar moderna y luminosa, donde destacan los amplios ventanales que se abren al paisaje exterior e inundan de luz natural los ambientes interiores incluso en los días más nublados, algo muy común en Oostzaan, ciudad holandesa donde se ubica esta casa.
Enamorada de los interiores escandinavos brillantes y luminosos, la dueña de la casa apostó por el blanco como color casi absoluto. Paredes pintadas en ese color y suelos claros de madera de roble forman un lienzo, luminoso y limpio, animado por una decoración alegre donde predominan las tonalidades claras en textiles y complementos, que añaden optimismo a los espacios de una manera suave y equilibrada. En cuanto al mobiliario, conviven en perfecta armonía piezas de estilo vintage (de herencia familiar o compradas en mercados especializados) con elementos de diseño y algunos muebles reciclados, que generan una mezcla de estilos de carácter muy personal.
En la planta baja destaca la creación de una amplia zona común, donde se suceden la zona de estar con chimenea, el comedor y la cocina, espacios utilizados por toda la familia a diario y frecuentemente compartidos con amigos y familiares. La cocina, muy escueta, cuenta con un solo mostrador donde comparten espacio la zona de cocción y fregado, un espacio muy útil, además, para realizar las tareas culinarias y como barra de desayunos. Mientras que los armarios, hornos y frigorífico ocupan una pared entera.
Al otro lado, frente a la cristalera que ocupa toda la pared, se situó el comedor con mesa de madera y sillas de diferente factura. En la pared, se colocó un aparador antiguo restaurado y pintado en blanco.
En el piso superior se encuentran los dormitorios. La inclinación del techo condicionó en parte la distribución del dormitorio principal, pero no restó un ápice de encanto al ambiente. Como en el resto de la casa, el color blanco predomina en la habitación, solo la ropa de cama y algunos detalles rompen la unidad cromática. Un biombo delante del ventanal resta claridad y da intimidad a la habitación. El baño mantiene la unidad decorativa con el resto de la vivienda, interrumpida en una de las paredes por las losetas de ladrillo visto que le aportan color.
Los dormitorios infantiles siguen las mismas premisas: fondo blanco con detalles en color; tonos pasteles para la habitación de la niña; mientras que para el niño se eligieron tonos crudos, azules y beiges.
Para maximizar la luz natural que anhelaban, los propietarios contaron con la ayuda de un arquitecto. Ésta se logró con la eliminación de una sección del techo y la pared exterior de la casa que fueron reemplazados por grandes ventanales de vidrio con marcos de acero que siguen el contorno de la casa. Como se puede ver en la foto, es una especie de efecto invernadero que proporciona la luz y la calidez necesarias en el interior.
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Vía: Decoratrix
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