Tanto las estufas de gas, como las de parafina, han mejorado mucha sus sistemas de seguridad en los últimos tiempos. Eso, junto con la facilidad que ofrecen para transportarlas, las hacen perfectas para calentar estancias grandes de entre 20m2 y 40m2.
Estufas de gas
Son una de las fuentes tradicionales de calor gracias a la rapidez con la que calientan el espacio y a que son más económicas que las eléctricas. Estas funcionan gracias a la combustión de gas, normalmente butano, en un quemador, por eso mismo sólo están recomendadas para estancias bien ventiladas de más de 20m2.
Según el espacio disponible y la ventilación con la que contemos, podemos elegir entre 3 tipos diferentes de estufas de gas:
Estufas de gas catalíticas: emiten calor mediante un panel catalítico y, por radiación, calienta los objetos y el aire. Perfectas para estancias de entre 15m2 y 30m2, son más seguras al no funcionar con fuego directo.
Estufas de gas radiante: gracias a su quemador infrarrojo alcanzan potencias de hasta 4000W, lo que las hace idóneas para calentar espacios de entre 20m2 y 40m2.
Estufas de llama azul: funcionan por convección y ofrecen más potencia calorífica utilizando menos combustible. El aire se calienta gracias a sus salidas frontal y superior, generando una temperatura heterogénea. Son perfectas para espacios de entre 20m2 y 40m2 y son las que tienen mayor durabilidad.
Pese a que ahora vienen con sistemas de seguridad que hacen que se apaguen automáticamente cuando superan una carga determinada de CO2, es muy importante hacer uso de ellas sólo en espacios grandes y ventilados, nunca de menos de 10m2, colocarlas siempre fuera del alcance de niños y mascotas y lejos de elementos inflamables. Debemos apagarlas siempre antes de ir a dormir y evitar quedarnos dormidos mientras estén en funcionamiento. Con 10 minutos de ventilación será suficiente para que se disipe la concentración de CO2.
Estufas de parafina
Como sucede con las estufas de gas, las de parafina calientan rápidamente la estancia y son fácilmente transportables. Según su encendido, las podemos encontrar de dos tipos:
Estufas de parafina de mecha: se accionan mediante un encendedor que prende la llama y calienta la parafina. Estas calientan intensamente el espacio desde el principio y tienen una autonomía de unas 15 horas. Su principal ventaja es que tan sólo necesitan un par de pilas para ponerse en marcha.
Estufas de parafina electrónicas: más potentes y eficientes que las de mecha, calienta más consumiendo menos. Gracias a su sistema electrónico admiten programación y podemos regular la temperatura y las horas de funcionamiento. Disponen de sistemas de bloqueo para mayor seguridad, pero necesitan de una conexión eléctrica.
Como las estufas de gas es muy importante utilizarlas sólo en espacios grandes y ventilados, nunca de menos de 10m2. Tienen que estar siempre fuera del alcance de niños y mascotas y lejos de elementos inflamables. Debemos apagarlas siempre antes de ir a dormir y evitar quedarnos dormidos mientras estén en funcionamiento. Con 10 minutos de ventilación será suficiente para que se disipe la concentración de CO2.
Vía: fotocasa
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