En el momento de comenzar la obra el local se encontraba en estado ruinoso, la premisa primaria fue otorgarle a esa olvidada esquina su antiguo brillo. Como ejes del proyecto se plantearon dos conceptos, “elegantes ruinas” y la cripta, esta ultima como elemento simbólico del culto al café. En torno a estas dos líneas conceptuales se organizó el proyecto: conservar los muros derruidos con sus marcas del paso del tiempo, así como el piso de mosaico de época, y la recuperación de las aberturas originales. En contraste con estos elementos, se añadió lo nuevo: el uso del color verde y el baño de zinc amarillo, este último emulando en clave contemporánea a los antiguos bronces característicos de la época. Se buscó generar un contraste, entre lo que quedó, las ruinas, y lo impuesto, la cripta y el zinc.
Culto proviene entre otras connotaciones al “culto al café” para fortalecer esta idea la referencia fue la Cripta del señor de la Paciencia, ubicada a pocas cuadras dentro del casco histórico, en ella resaltan los arcos, las ofrendas con velas y las paredes rayadas con las súplicas de los fieles. La cripta oficia de acceso a los sanitarios, siendo una vela encendida siendo su fondo la pared en ruinas. El mobiliario fue diseñado específicamente para este proyecto, enteramente con terminación en zinc amarillo, tapizado en chenilla negro, la función que se le atribuyó es la de condensar las ideas que quiere transmitir el local comercial, en donde el cliente interactúa con el contexto siendo partícipe de la experiencia buscada.
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