martes, 11 de marzo de 2014

Alfons Tost traslada el glam de la época dorada de Hollywood al nuevo restaurante madrileño The Hall.

The Hall es uno de los nuevos must de Madrid. El proyecto, obra de Alfons Tost Interiorisme, supone el particular homenaje de este reconocido interiorista a la escuela americana de decoración de los años 50-60, una clara evocación al estilo Hollywood Regency. Materiales nobles, una buena selección de tapicerías y texturas, y un cuidado trabajo de iluminación aportan personalidad a un espacio multifunción pensado para congeniar diferentes usos y horarios gastronómicos.


El proyecto nace, en palabras de su propio autor Alfons Tost, “como un punto de encuentro en el que confluyen gentes con diferentes horarios, apetencias e intereses gastronómicos. De ahí su nombre, dado el paralelismo existente con los flujos de clientes que se crean en las recepciones de los hoteles”. Y de ahí, también, sus diferentes zonas, una suma de espacios que mantienen un nexo de estilo común a la vez que reivindican una personalidad cromática propia.
The Hall es así una suma de varios espacios, casi distinguidos por colores: una barra central de mármol situada a la entrada (lobby) y dominada por el color verde; un comedor con mesas altas y bajas (una junto a una chimenea); un coqueto rincón de color rosa ‘Suite Rosé’, y un patio convertido en terraza interior. Un todo en uno abierto desde el desayuno que posibilita tomar un aperitivo, comer a plena luz del día en su zona rosa, tomar un café o merendar frenta a la chimenea, acoger una copa after-work y, por supuesto, cenar. Después de la cena los decibelios de la música suben y puede quedarse a tomar una copa en el lounge. Un todo en uno ejecutado con la maestría habitual de Alfons Tost.
The Hall se presenta al visitante a partir de una gran puerta pivotante de latón y vidrio verde, con luz interior, que funciona como gran letrero del restaurante, con su H grabada a modo de logo. Encapsulando esta zona con otra puerta corredera también de vidrio verde, se crea una espacio de pre-climatización. Techo y paredes, dibujados a partir de unas boiseries con lamas verticales de madera esconden juntas y despieces que ayudan a ubicar armarios roperos, eléctricos y luces.
Una alfombra, diseño de Alfons Tost para DAC, nos recibe en su interior. Enfrente, el bar a modo de isla central configurado como un elemento escultórico, a partir de franjas horizontales intercaladas de madera de nogal y mármol emperador. En la barra, una gran cubitera con luz en su fondo recorre su largo y funciona como una gran lámpara para los comensales sentados en ella. Los peldaños a derecha e izquierda de dicha barra nos adentran a la zona de sofás verdes y mesas negras altas en la parte más posterior.
Un solo material, la madera de roble oscurecida recubre suelo, paredes y techo, un elemento que remarca la continuidad con las zonas adjuntas. En las paredes y techos foseados encontramos acabados con pan de oro a modo de franjas verticales, un detalle que marca el ritmo en el que se distribuyen y ordenan los sofás. En el suelo, focos empotrados bañan las paredes creando agradables efectos de luz.
En la zona central, los sofás, diseño de Alfons Tost, se apoyan en un lado contra el gran gueridón, espina dorsal del servicio en esta zona, y por otro contra la gran boiserie, que esta vez se ordena a partir de lamas horizontales y se convierte en dos repisas junto a los ventanales. Dos mesas grandes como medias piezas ovales dan versatilidad al poder dividirse o unirse según necesidades del servicio. Sobre ellas, un conjunto de faroles de vidrio de diferentes colores configuran la iluminación de la zona.
Siguiendo hacia el interior con la boiserie de lamas horizontales se esconden las puertas de la cocina. Seguidamente, con un giro hacia dentro y a modo de protuberancia se dibuja un módulo cúbico que alberga la primera chimenea del restaurante. Enfrentados a dicha chimenea, y a ambos extremos de la escalera, dos grandes bancos de tubos de latón ordenados horizontalmente sirven como elemento de asiento para mesas bajas. A su vez, ayudan a separar tanto física como visualmente las zonas de arriba con las de abajo.
Otra gran chimenea de espejo negro marca la entrada a la Zona Rosa. Moqueta rosa, sofás rosa y butacas de terciopelo rosa, todo con telas de Kvadrat. Mesas y veladores,también de mármol portugués rosa. Un espacio donde el valor cromático es la excusa para que adquiera identidad propia. Un gran techo tensado de la firma Barrisol, retroiluminado, actúa como una gran lámpara. Bodega de cristal rosa y paredes tapizadas con lamas verticales de roble acaban por redondear el Pink Room.
Una gran mesa con forma de huella es el puente entre esta zona rosa y la zona bar, un circuito circular que permite recorrer todo el espacio de una forma fácil y directa tanto a clientes como al servicio.
Para más información visiten: The HallAlfons Tost 
Vía: diarioDESIGN


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