Ovejas Negras, un nuevo bar de tapas en Sevilla, toma el relevo del anterior bar El Pez Espada, un local con bastantes años de historia en la capital hispalense. La transformación no ha sido radical. Se trata más bien un cambio de imagen para aunar la funcionalidad y la tradición de un bar de tapas con la innovación y creatividad de los nuevos propietarios. Una fórmula que han logrado mezclando materiales cálidos e industriales y añadiendo detalles de decoración vintage que dan carácter al local.
Ignacio Marín y José Alba se han encargado de la renovación. Había que adaptarse a las condiciones del lugar, que requerían un tratamiento especial. El bar está situado en el centro de la ciudad y el concepto tapas implica mucho flujo de público que necesita poder sentarse o como mínimo apoyarse. El problema es que el local es bastante rectangular, muy alargado y sólo cuenta con 75 m2 útiles, por lo que cabía organizar el espacio para ordenar el flujo de clientes y empleados. Le beneficia, eso sí, tener doble acceso de entrada, situados en cada extremos del local.
Como solución optaron por alinear ocho mesas bajas y dos altas, llegando casi hasta el acceso secundario del local.
El color de las paredes es uno de los elementos principales del diseño. En los laterales han aplicado perlita muy planchada, que da un aspecto de estucado, y que se ha dejado sin pintar. El resto de paredes y techos se han pintado en negro. Para disimular la diferencia de niveles en el techo, para delimitar los espacios y para resaltar la iluminación y las columnas, pintadas de blanco. Por último, han buscado una pequeña explosión de color con el fucsia para el pasillo de los aseos.
La estantería es otra de las señas estéticas de Ovejas Negras. Está hecha de baldas de madera y perfiles tubulares de acero soldado.
La combinación de madera más gris se ha aplicado en el resto del mobiliario con materiales distintos. En el caso de la barra, hecha de ladrillo, la encimera ha sido revestida con un enfoscado, enlucido y bruñido de cemento quemado con la llana para conseguir el efecto de estuco de cemento, y barnizada finalmente. Para el frente han elegido tablones de madera de pino desbastados y sellados a modo de palets de madera.
La barra, por cierto, ha sido dividida en dos partes: la zona de emplatado y presentación final de los platos, y la zona para los clientes, que se alarga casi hasta la puerta principal. En medio, el acceso de entrada y salida a la misma.
Las mesas, por su parte, son de estructura metálica y han sido revestidas con las mismas tablas de madera utilizadas para la barra. El banco continuo para las mesas está hecho de ladrillo revestido de perlita y madera laminada. Mientras que las sillas, también metálicas, han sido decapadas para otorgarle un aspecto más vintage y lograr un mayor contraste con la madera.
La iluminación persigue el toque creativo que pretenden los propietarios. Sobre todo la lámpara de la entrada, hecha con perchas. Para el resto del local se ha optado por dos líneas de cable – una en la barra y otra en la zona de las mesas, de las que cuelgan bombillas, reforzadas con una estructura de focos.
Las latas de comida encima de las mesas y los electrodomésticos antiguos son los principales elementos de decoración y los que le aportan más personalidad al bar.
El local cuenta con un altillo en la entrada secundaria en forma de cajón o contenedor, que sirve de almacén y al que le han aplicado el mismo revestimiento de tablones de madera que en la barra y las mesas para guardar la uniformidad estética del espacio.
Las fachadas, en blanco y negro, siguen los mismos colores que en el interior del bar.
Fotografías de Juan Delgado
Vía: diarioDESIGN
Ignacio Marín y José Alba se han encargado de la renovación. Había que adaptarse a las condiciones del lugar, que requerían un tratamiento especial. El bar está situado en el centro de la ciudad y el concepto tapas implica mucho flujo de público que necesita poder sentarse o como mínimo apoyarse. El problema es que el local es bastante rectangular, muy alargado y sólo cuenta con 75 m2 útiles, por lo que cabía organizar el espacio para ordenar el flujo de clientes y empleados. Le beneficia, eso sí, tener doble acceso de entrada, situados en cada extremos del local.
Como solución optaron por alinear ocho mesas bajas y dos altas, llegando casi hasta el acceso secundario del local.
El color de las paredes es uno de los elementos principales del diseño. En los laterales han aplicado perlita muy planchada, que da un aspecto de estucado, y que se ha dejado sin pintar. El resto de paredes y techos se han pintado en negro. Para disimular la diferencia de niveles en el techo, para delimitar los espacios y para resaltar la iluminación y las columnas, pintadas de blanco. Por último, han buscado una pequeña explosión de color con el fucsia para el pasillo de los aseos.
La estantería es otra de las señas estéticas de Ovejas Negras. Está hecha de baldas de madera y perfiles tubulares de acero soldado.
La combinación de madera más gris se ha aplicado en el resto del mobiliario con materiales distintos. En el caso de la barra, hecha de ladrillo, la encimera ha sido revestida con un enfoscado, enlucido y bruñido de cemento quemado con la llana para conseguir el efecto de estuco de cemento, y barnizada finalmente. Para el frente han elegido tablones de madera de pino desbastados y sellados a modo de palets de madera.
La barra, por cierto, ha sido dividida en dos partes: la zona de emplatado y presentación final de los platos, y la zona para los clientes, que se alarga casi hasta la puerta principal. En medio, el acceso de entrada y salida a la misma.
Las mesas, por su parte, son de estructura metálica y han sido revestidas con las mismas tablas de madera utilizadas para la barra. El banco continuo para las mesas está hecho de ladrillo revestido de perlita y madera laminada. Mientras que las sillas, también metálicas, han sido decapadas para otorgarle un aspecto más vintage y lograr un mayor contraste con la madera.
La iluminación persigue el toque creativo que pretenden los propietarios. Sobre todo la lámpara de la entrada, hecha con perchas. Para el resto del local se ha optado por dos líneas de cable – una en la barra y otra en la zona de las mesas, de las que cuelgan bombillas, reforzadas con una estructura de focos.
Las latas de comida encima de las mesas y los electrodomésticos antiguos son los principales elementos de decoración y los que le aportan más personalidad al bar.
El local cuenta con un altillo en la entrada secundaria en forma de cajón o contenedor, que sirve de almacén y al que le han aplicado el mismo revestimiento de tablones de madera que en la barra y las mesas para guardar la uniformidad estética del espacio.
Las fachadas, en blanco y negro, siguen los mismos colores que en el interior del bar.
Fotografías de Juan Delgado
Vía: diarioDESIGN
No hay comentarios:
Publicar un comentario