
La lógica de la distribución espacial se mantiene intacta a través de pasillos y conexiones directas entre estancias. Al llevar a cabo la mínima actuación permite dejar constancia de las marcas y el estado original del histórico edificio, además cada una de las alteraciones se han marcado sutilmente: las paredes que fueron demolidas se rastrean por vigas del techo delgadas que incorporan iluminación, mientras que las puertas no utilizadas que se han enlucido conservan su contorno inicial.
Los nuevos elementos están diseñados para no competir con los más antiguos. Su lenguaje es contemporáneo e intencionalmente distante. Este desapego es también una forma de respetar el pasado. Al aplicar una decoración tenue de minimalismo contemporáneo, respaldada por una paleta de colores totalmente blanca y acabados de madera natural, los arquitectos se han abstenido deliberadamente de eclipsar los adornos de yeso del apartamento.

También hay un trabajo de rehabilitación casi invisible pero exigente, que utiliza y respeta las técnicas constructivas originales y los complejos caminos secretos utilizados para la climatización, las aguas residuales y la ventilación.
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