La capacidad sanadora de la naturaleza en conjunto con el carácter socializante con el que siempre han gozado este tipo de establecimientos en el sur de España resultan en un nuevo modo de hábitat ecolectivo donde las personas se reconocen a si mismas a través de lo relacional y la biodiversidad. La propuesta explora el reciclaje espacial y la belleza de la desnudez espontánea surgida del proceso deconstructivo de elementos inadecuados y/o discordantes en contraste con la incorporación de otros nuevos de origen natural y con un ciclo de vida sostenible.
Se indaga en la ambigüedad espacial diluyendo límites propios del espacio privativo y configurando transversalidades entre la gastronomía artesana, la cultura urbana, la biodiversidad y la construcción psico-social. La intervención permite poner en evidencia los problemas urbanos y construir una nueva conciencia de respeto a través de la observación. El interior-exterior se vuelve transparente y bidireccional a través de grandes paños de vidrio aislantes. Desde la hostilidad exterior la fachada muestra el contraste de un paisaje interior seccionado que revela el funcionamiento de los ciclos naturales y la serenidad de un bosque-refugio naturalizado.
Desde el interior la arquitectura construye una relación contemplativa del paisaje exterior agitado y en movimiento que desde el silencio y la frescura pone en evidencia, por oposición, la agreste realidad urbana del tráfico, el ruido y la contaminación. Se propone un ciclo ecológico regenerativo que parte de un vivero de especies arboladas que pueden ir trasplantándose a las calles adyacentes pudiendo ser reemplazadas por otras nuevas. Esta cualidad convierte la intervención en un dispositivo activo regenerador del entorno urbano inmediato y en un modelo perfectamente exportable a otras localizaciones de espacios residuales en la ciudad.
Se desdibujan los límites del espacio entre trabajadores-clientes y se fomenta la comunicación entre grupos mediante la adecuada disposición, geometría y altura de un continuo de mostradores orgánicos. Desde una proxemia más dinámica, liberada de reglas y protocolos se supera el sistema convencional de mesas y sillas, que encierran círculos sociales y hermetizan la comunicación entre grupos, y el sistema de mostradores altos que crean barreras psico-físicas entre trabajadores y clientes. Los productos se disponen de forma democrática en todo el espacio, un lugar abierto y háptico donde los límites entre producto y cliente desaparecen por su estrecha cercanía.
Para más información visiten: Juan Moya
No hay comentarios:
Publicar un comentario