Todos estamos acostumbrados a ver los muebles lacados de las tiendas, con su acabado liso y suave, completamente uniforme y sin brochazos. Dejando aparte que el encanto de los muebles hechos y pintados a mano se basa precisamente en su personalidad, que incluye las marcas de la mano del artesano, es posible también conseguir acabados uniformes tipo lacado, empleando pistolas de pintura. Para usar este tipo de herramientas es necesario contar con un espacio específico (en el exterior o perfectamente ventilado), ya que pueden manchar el entorno sin darnos cuenta.
Las pistolas de pintura son de dos tipos: eléctricas y de aire comprimido. Las primeras son las más adecuadas para el bricolaje y los trabajos caseros, ya que son ligeras, manejables y económicas. Las segundas, que trabajan a una presión menor (10 bares o menos), necesitan conectarse a un compresor para funcionar, y sólo merece la pena alquilar el equipo si tenemos que pintar o barnizar superficies muy grandes.
Para pintar un mueble con una pistola eléctrica, en primer lugar hemos de tapar con papel o cartón la zona donde vayamos a trabajar. Las partes que no queramos pintar han de recubrirse con cinta de carrocero. También hay que usar mascarilla y gafas de protección. La pintura no se puede verter en el depósito tal cual; hay que rebajarla con agua o disolvente (dependiendo del tipo de pintura) y pasarla por el filtro que viene con el kit de pintura. Después escogeremos la boquilla adecuada (las hay para distintas aplicaciones) y comenzaremos a trabajar. El mueble ha de estar en pie; siempre hay que aplicar la pintura sobre superficies verticales, como podemos ver en la fotografía.
Cuando se hace un lacado a pistola, es importante no depositar demasiada pintura de una vez, ya que puede terminar acumulándose y resbalando en forma de gotas. La boquilla debe colocarse a 25 centímetros de distancia de la superficie a pintar. La primera pasada la haremos en zigzag, de arriba abajo, y e inmediatamente daremos otra mano pero en sentido horizontal, también haciendo eses. La idea es que las pasadas cruzadas cubran totalmente la superficie; si vemos que la pintura se acumula y resbala, esperaremos un rato a que se seque y daremos las manos necesarias.
Una vez terminado el lacado, es fundamental limpiar bien la pistola para evitar que la boquilla se atasque. Para ello, llenaremos el depósito hasta la mitad con agua o disolvente, y “pintaremos” una superficie cubierta con papel de periódico hasta que veamos que el líquido sale limpio de pintura. Para lubricar el interior de la pistola, un truco estupendo es llenar de nuevo la mitad del depósito con dos partes de agua o disolvente, y una parte de aceite de vaselina, y pulverizar de nuevo.
Vía: Deco Estilo
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