Los emisores termoeléctricos no son otra cosa que radiadores de aceite. Ese sistema logra la transmisión de calor a través de un aceite térmico que se calienta mediante una resistencia eléctrica blindada de un acero especial.
En este caso, cada radiador es independiente y se puede enchufar en cualquier lugar sin necesidad de obras, ya que no tiene ni caldera ni tuberías. Para lograr una temperatura constante y homogénea, estos aparatos llevan incorporado un termostato y un programador, que nos ayudarán a ahorrar energía.
Otra de las ventajas de este sistema es que, tras apagar los radiadores, estos siguen irradiando calor durante horas. También son más seguros que los radiadores de agua, ya que el aceite no produce ninguna presión interna. La desventaja es que, si se necesitan muchos radiadores, resulta un sistema caro y se puede necesitar contratar más potencia de luz.
Vía: fotocasa
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