La calefacción eléctrica con acumuladores es una de las opciones a su alcance para mantener la temperatura de confort en la vivienda. Como todo sistema, cuenta con sus ventajas y desventajas. Conózcalas a fondo, y escoja el sistema que más le convenga para hacer frente a la bajada del termómetro.
La calefacción eléctrica por acumulación se basa en el calentamiento de material resistente al fuego, normalmente ladrillos, mediante resistencias eléctricas. Estos ladrillos se encargan de retener el calor, alcanzando altas temperaturas.
El calor se almacena, asimismo, en el interior de unos acumuladores y es liberado cuando se necesita, haciendo pasar el aire por los ladrillos. En concreto, los acumuladores alternan ciclos de carga del calor, habitualmente por la noche, y ciclos de descarga del calor durante las horas de uso de la calefacción, esto es, durante el día. Debido a este funcionamiento por fases, el sistema de calefacción eléctrica está ligado normalmente a la contratación de la tarifa eléctrica nocturna, que permite obtener descuentos en el precio del kWh consumido por la noche.
Este sistema está recomendado para climas templados, y especialmente en aquellas viviendas en las que no se puede instalar una caldera de gas o gasóleo.
El calor se almacena, asimismo, en el interior de unos acumuladores y es liberado cuando se necesita, haciendo pasar el aire por los ladrillos. En concreto, los acumuladores alternan ciclos de carga del calor, habitualmente por la noche, y ciclos de descarga del calor durante las horas de uso de la calefacción, esto es, durante el día. Debido a este funcionamiento por fases, el sistema de calefacción eléctrica está ligado normalmente a la contratación de la tarifa eléctrica nocturna, que permite obtener descuentos en el precio del kWh consumido por la noche.
Este sistema está recomendado para climas templados, y especialmente en aquellas viviendas en las que no se puede instalar una caldera de gas o gasóleo.
Un sistema seguro
La calefacción eléctrica por acumuladores cuenta con múltiples ventajas. La más inmediata es su sencilla instalación, sin necesidad de tuberías ni grandes obras.
El mantenimiento que requiere es, asimismo, reducido: únicamente hay que limpiar los acumuladores una vez al año, y reponer las pilas de los termostatos.
Otra de sus ventajas es la ausencia de gases u olores. Al no requerir depósitos o tanques, se reduce también la posibilidad de escapes, filtraciones e incluso explosiones.
El mantenimiento que requiere es, asimismo, reducido: únicamente hay que limpiar los acumuladores una vez al año, y reponer las pilas de los termostatos.
Otra de sus ventajas es la ausencia de gases u olores. Al no requerir depósitos o tanques, se reduce también la posibilidad de escapes, filtraciones e incluso explosiones.
La importancia de la planificación
Entre las desventajas de este tipo de calefacción se hallan, sin embargo, su bajo rendimiento energético y su precio, siendo este último un tema a tener en cuenta antes de optar por este sistema.
La explicación de on la tarifa nocturna, el kWh consumido durante el día resulta más caro, lo que obliga a planificar con antelación el uso del acumulador, teniendo en cuenta sus costumbres. Esto supone que no puede regular ni adaptar el acumulador a lo largo del día, con lo que unas veces puede sobrar calor y, en otras ocasiones, la recarga puede quedarse corta. El hecho de disponer de una cantidad limitada de acumulación refuerza la importancia de calcular las necesidades de energía para calentar el espacio, teniendo en cuenta las dimensiones de las estancias, la previsión de la temperatura exterior y las pérdidas que provoca la falta de aislamiento del hogar.
Vía: fotocasa
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