El joven estudio de arquitectura holandés dienieuwegeneratie, formado por Sanne Oomen, Oscar Vos y Thomas Dieben, ha diseñado una casa en el campo que es una colina artificial capaz de producir energía limpia.
Situada en una zona de cultivo y de terreno montañoso (al menos para el estándar holandés), Dutch Mountain trata de reducir al mínimo la huella ecológica que produce mimetizándose en su ambiente: la casa está envuelta en una colina artificial que funciona como camuflaje y como aislante.
En la cara norte la casa está completamente resguardada y aislada, empleándose la tierra como aislante térmico, siendo el acceso a la casa a través de cortes en la montaña, marcados mediante paneles de acero de corrosión lenta.
Por el contrario, en la cara sur la casa está abierta por entero. Una fachada de vidrio remarcada en madera marca la transición entre lo artificial y lo natural. Un dosel controla la cantidad de luz solar que entra en cada estación del año y sirve de sostén a una terraza que cubre todo el tejado.
El interior es una nave rectangular abierta de 12×19 metros en la que las habitaciones son cubos independientes ordenados de manera aleatoria construidos con paneles de madera, con la posibilidad de modificación siempre presente.
La casa presenta una experiencia dual: las habitaciones tienen un ambiente de cueva, en la que la luz del día penetra a través de los profundos recortes realizados en la colina; y si no nos situamos en el gran espacio abierto del que salen los cubos, que ofrece una espectacular vista de los bosques de los alrededores.
Además, el fuerte contraste entre el exterior y las habitaciones es claramente visible. El muro de hormigón que sostiene la masa de la montaña está sin acabar, las juntas de soldadura de los tramos de acero son visibles y la madera está sin tratar, pero cada habitación está tratada por completo, de forma individualizada y única para cada habitante, y con una amplia gama de colores.
Una decoración ecléctica, en la que una silla de los Eames encuentra igual acomodo que un candelabro bañado en oro, o las escaleras realizadas a partir de tablas de skateboard, es otro contrapunto entre interior y exterior.
El diseño de esta casa ha sido un experimento en estrategias sostenibles en la arquitectura – el hardware – y las instalaciones técnicas – el software -, diseñadas por Arup Amsterdam. El concepto de software comprende la energía fotovoltaica, iluminación LED, calefacción de pellets en combinación con calefacción de baja temperatura, ventilación de CO2 controlada, uso de la domótica inteligente,etc. El resultado es una casa en la que la cantidad total de energía producida excede su consumo: el exceso de energía se puede utilizar para un vehículo eléctrico, “castigando al coche viejo por sus pecados contra el medio ambiente”.
Dutch Mountain es atrevida e impredecible, una casa que se integra discretamente en su entorno, pero destaca con sorpresas espaciales en su interior.
Fotos exterior: John Lewis Marshall
Fotos interior: Jaap Vliegenthart
Para más información visiten: denieuwegeneratie
Vía: diarioDESIGN
Situada en una zona de cultivo y de terreno montañoso (al menos para el estándar holandés), Dutch Mountain trata de reducir al mínimo la huella ecológica que produce mimetizándose en su ambiente: la casa está envuelta en una colina artificial que funciona como camuflaje y como aislante.
En la cara norte la casa está completamente resguardada y aislada, empleándose la tierra como aislante térmico, siendo el acceso a la casa a través de cortes en la montaña, marcados mediante paneles de acero de corrosión lenta.
Por el contrario, en la cara sur la casa está abierta por entero. Una fachada de vidrio remarcada en madera marca la transición entre lo artificial y lo natural. Un dosel controla la cantidad de luz solar que entra en cada estación del año y sirve de sostén a una terraza que cubre todo el tejado.
El interior es una nave rectangular abierta de 12×19 metros en la que las habitaciones son cubos independientes ordenados de manera aleatoria construidos con paneles de madera, con la posibilidad de modificación siempre presente.
La casa presenta una experiencia dual: las habitaciones tienen un ambiente de cueva, en la que la luz del día penetra a través de los profundos recortes realizados en la colina; y si no nos situamos en el gran espacio abierto del que salen los cubos, que ofrece una espectacular vista de los bosques de los alrededores.
Además, el fuerte contraste entre el exterior y las habitaciones es claramente visible. El muro de hormigón que sostiene la masa de la montaña está sin acabar, las juntas de soldadura de los tramos de acero son visibles y la madera está sin tratar, pero cada habitación está tratada por completo, de forma individualizada y única para cada habitante, y con una amplia gama de colores.
Una decoración ecléctica, en la que una silla de los Eames encuentra igual acomodo que un candelabro bañado en oro, o las escaleras realizadas a partir de tablas de skateboard, es otro contrapunto entre interior y exterior.
El diseño de esta casa ha sido un experimento en estrategias sostenibles en la arquitectura – el hardware – y las instalaciones técnicas – el software -, diseñadas por Arup Amsterdam. El concepto de software comprende la energía fotovoltaica, iluminación LED, calefacción de pellets en combinación con calefacción de baja temperatura, ventilación de CO2 controlada, uso de la domótica inteligente,etc. El resultado es una casa en la que la cantidad total de energía producida excede su consumo: el exceso de energía se puede utilizar para un vehículo eléctrico, “castigando al coche viejo por sus pecados contra el medio ambiente”.
Dutch Mountain es atrevida e impredecible, una casa que se integra discretamente en su entorno, pero destaca con sorpresas espaciales en su interior.
Fotos exterior: John Lewis Marshall
Fotos interior: Jaap Vliegenthart
Para más información visiten: denieuwegeneratie
Vía: diarioDESIGN
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