Los hombres y las mujeres tenemos diferentes formas de concebir la decoración, y de llevarla a la práctica.
Nos pasamos la vida buscando la igualdad entre hombres y mujeres, porque es absolutamente necesario que todas las personas tengamos las mismas posibilidades, oportunidades, obligaciones, beneficios… pero hay cosas que nos diferencian desde la base por una cuestión… ¿genética?, ¿biológica?... O quizá por el simple hecho de ser dos personas diferentes, no tanto un hombre y una mujer.
Nos pasamos la vida buscando la igualdad entre hombres y mujeres, porque es absolutamente necesario que todas las personas tengamos las mismas posibilidades, oportunidades, obligaciones, beneficios… pero hay cosas que nos diferencian desde la base por una cuestión… ¿genética?, ¿biológica?... O quizá por el simple hecho de ser dos personas diferentes, no tanto un hombre y una mujer.
Los hombres tienden a utilizar unos colores concretos, mientras que las mujeres suelen optar por otros totalmente diferentes. Esto no quiere decir que siempre sea así, pero es cierto que por alguna razón desconocida, a las mujeres, en general, les gustan más los colores claros y de tendencia cálida, mientras que los hombres prefieren los tonos fríos y más oscuros.
Por eso es frecuente considerar el estilo masculino a decoraciones llevadas a cabo en tonos grises, marrones, azul noche… e incluso negros, un color atrevido y al que en decoración, muchas mujeres tienen miedo.
Por su parte, las mujeres tienden a llevar a cabo sus decoraciones en tonos mucho más claros, cálidos y envolventes. Blancos, amarillentos, arenas, beiges… y rara vez el negro es un color con presencia en sus estilismos.
Las mujeres prefieren los espacios cargados de detalles, con muchos muebles auxiliares y abundancia de complementos textiles, adornos, accesorios… mientras que los hombres suelen limitarse a lo meramente imprescindible, a este respecto su sentido de la practicidad va mucho más allá que el de las mujeres, y los espacios decorados por ellos, si bien son más fríos y menos acogedores, son mucho más funcionales.
Esto es algo muy similar a lo que ocurre a la hora de vestir, el ropero de las mujeres es mucho más variado, con presencia de multitud de complementos de estilo, mientras que los hombres tienden a complementarse mucho menos.
Los estampados elegidos por las mujeres suelen ser más abundantes y marcados; estampados florales, topos…
Sin embargo los hombres suelen decantarse por estampados geométricos, abstractos, tejidos lisos… en definitiva estampados mucho más atemporales y con gran presencia de tapicerías de piel.
Los armarios también suelen dar muestras de esta diferencia de estilos. Las mujeres los prefieren de puertas batientes, para poder abrirlas todas a la vez y contemplar el contenido del armario de un solo vistazo.
Los hombres suelen preferir los armarios de puertas correderas, con aspecto más robusto. Ellos suelen prestar más atención a la estética exterior que al equipamiento interior.
Si bien esto no siempre es así, y las excepciones son necesarias para confirmar cualquier regla, pero seguro que todos hemos reconocido alguna vez detrás de un estilismo la mano de un hombre o de una mujer.
Vía: Deco Estilo
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