miércoles, 18 de enero de 2012

Arreglar las calvas del césped


Las soluciones posibles son dos: la instalación de tepes o el uso de semillas para replantar.

Las calvas en el césped pueden deberse a diversos factores: exceso de calor, de riego o de lluvia, la acción de algún agente tóxico, un trabajo anterior, etc. En cualquier caso, el resultado visual es negativo, en especial, si el resto del césped conserva su verdor. Este problema se soluciona mediante un sencillo procedimiento, que consiste en la instalación de tepes o la siembra de semillas para replantar.



Para esconder las calvas, hay que cubrir la porción de suelo en cuestión con un tepe, es decir, una porción de tierra con césped y trabada con las propias raíces de la hierba. Estos tepes se adquieren en tiendas de jardinería. Sus precios son muy variables, en función de la calidad del césped, pero oscilan entre 2 y 10 euros por metro cuadrado.

Para retirar la parte deteriorada, conviene utilizar primero una navaja, para marcar la fracción de suelo que habrá que levantar, y luego un escarbador. Es preciso quitar también una pequeña superficie de césped sano, de modo que, una vez retirada el área dañada, el césped que se conserve sea solo la hierba que esté en buen estado.

Eliminada esa porción de tierra, habrá que darle al tepe nuevo las dimensiones correspondientes para que encaje de la forma más exacta posible en el hueco que se ha realizado. Después de colocarlo, se debe regar con abundante agua en la zona para que el nuevo elemento enraice lo más rápido posible y con fuerza en la tierra que ahora lo aloje.

Otra opción: replantar

Si se pretende evitar el reemplazo de la tierra, se puede plantar (o replantar) césped en esa fracción de terreno. Este es un proceso más lento y no siempre fructífero: hay varios factores que evitan que dé resultado, como el hecho de que los pájaros se coman las semillas.

Los siguientes consejos son útiles si se desea replantar el césped. La mayoría también son válidos para cuidar el césped en caso de que se reemplace el deteriorado por un tepe nuevo.

- Labrar la tierra. En el mejor de los casos, al arar, se debe alcanzar una profundidad de unos 30 centímetros. De esta manera, se garantiza que la tierra que conserva una mayor calidad -por no estar expuesta de manera directa sobre la superficie- confiera fortaleza al césped que nacerá.

- Mejorar el suelo con una enmienda orgánica o de arena. Lo más recomendable es el uso de abonos naturales, como guano, mantillo, turba, etc. De esta forma, se mejora la calidad de la tierra y aumentan las probabilidades de que el césped crezca sano y fuerte. También mejoran el drenaje de suelos muy arcillosos.

- Usar la cantidad adecuada de semillas. Los especialistas consideran que una medida justa oscila entre 35 y 40 gramos de semillas por cada metro cuadrado de superficie. Un truco para evitar sorpresas, sobre todo si la superficie en la cual se ha de plantar es grande, consiste en arrojar primero unas pocas semillas, con el fin de detectar si hay un hormiguero en las cercanías. Si lo hay, las hormigas se llevarán esas semillas, utilizadas como cebo, y esto permitirá detectar su nido y poder actuar sobre ellas.

- Plantar en los momentos del año más apropiados, en primavera u otoño, es decir, en climas templados. Puede ser también adecuado hacerlo en invierno en lugares de clima cálido y en verano, si el calor no es agobiante y los rayos del sol no caen de forma directa sobre la tierra.

- Después del sembrado, conviene rastrillar la superficie para que las semillas queden enterradas. Es una manera de facilitar a los pájaros la retirada de las semillas plantadas.

Vía: Eroski Consumer

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