domingo, 10 de septiembre de 2017

Una casa hacia un jardín: reorganizar un interior

La rehabilitación y reforma es un arte. Tomar lo existente y dotarlo de nueva vida requiere un altas dosis de ojo crítico, mano izquierda y buen gusto. Los ingleses de esto saben mucho, y dan forma a proyectos en los que florece una nueva materialidad, sin diezmar el carácter histórico de la construcción. Hoy, vemos cómo el londinense estudio de arquitectura Jailmake toma esta casa de los años 60 de incómoda distribución y dudosa funcionalidad para convertirla en un interior lleno de luz y color, abierto a un hermoso jardín. ¿Qué tendrán los ingleses con los jardines?
La casa se sitúa en una zona residencial de Peckam, al sur de Londres. Ya desde el exterior se aprecia la mano de los arquitectos, pero se mantiene intacto el carácter modesto y tradicional de la fachada de ladrillo visto. La convencionalidad de la casa vista desde la calle esconde la sorpresa de un interior redefinido, con una nueva configuración que conduce al visitante a lo largo de un amplio espacio unitario, para desembocar en el jardín.
Orden y concierto
Con la intención de liberar el interior de tabiquería, y la esperanza de mantener los espacios despejados y limpios, se plantea una primera estancia de llegada, donde aparcar la bicicleta, colgar abrigos y apartar chismes. Este preámbulo se proyecta con un resistente suelo de paneles de corcho y se forra el perímetro de un panelado de madera, incluyendo una estantería a medida de suelo a techo, con estantes regulables. Este gesto ofrece una opción versátil de almacenamiento e incide en la necesidad de este tipo de espacios funcionales de apoyo al programa y esenciales par el buen funcionamiento de una casa.
Con la mirada lejos

Tras el espacio de entrada, descubrimos el esplendor de la estancia principal. Se articula el espacio con un orden procesional, pasando por el salón, comedor y cocina, siempre con la vista fija en el final del recorrido, el jardín, que participa activamente en la percepción del espacio. La estancia se presenta como un interior multifuncional, pero con una sólida coherencia, encadenando el programa siguiendo lo dictado por la lógica. El proyecto busca siempre la asimilación global del conjunto, sin renunciar a la individualidad de cada zona. El aire doméstico se respira en cada esquina y cada escena, con un diseño elegante, relajado y sencillo, donde las exuberantes plantas de interior son casi la única licencia decorativa. La envolvente adquiere intensos colores para acompañar al mobiliario y ayudar a diferenciar las diferentes áreas que se suceden desde la puerta hasta el jardín. La luz de la fachada posterior penetra hasta el interior de la estancia, y los amplios lucernarios encienden con luz cenital los espacios
Luz y precisión
Una ligera estructura de madera clara de sicomoro inglés separa el salón de la cocina, con la que mantiene una directa relación formal. La misma madera se emplea para dar forma al mobiliario, encimera y frentes de cajones, realizados con una capa de tablero macizo sobre un base de panel de fibra en negro. La combinación de los dos acabados crea una trama visual que ordena la estancia, al tiempo que ofrece el suficiente espacio de almacenamiento y organización. Un cenefa perimetral esconde discretamente la instalación eléctrica, demostrado que la delicadeza y precisión del diseño no debe comprometer la funcionalidad del programa.
Descanso y clorofila
El dormitorio, en la planta superior, continúa con el gesto de sencillez y pureza que se aprecia en la intervención en planta baja. Paredes blancas, mobiliario de madera a medida, austeridad y mucha luz caracterizan a cada estancia de la casa. Los estores blancos son una cómoda y limpia solución, que permite no tener que renunciar a la claridad del espacio. Las plantas de interior conquistan cada esquina, y escapan a la geometría y orden con los que se define el interiorismo.
Una estancia, un contraste
El baño se apoya en el contraste para generar dramatismo. Proyectado en blanco y negro, combina paneles de fibra empleados en el mobiliario de la cocina, un soporte de acero inoxidable y el blanco impecable del alicatado de las paredes, de suelo a techo. El espejo ocupa todo el ancho de la estancia y se desdobla en las esquinas, envolviendo el espacio y ampliando perceptivamente sus límites. El alicatado continúa hasta el interior de la bañera de obra demostrando cómo con un único gesto se completa el diseño de estos espacios, en los que la sencillez es la máxima.
La paz de mi jardín
El jardín, continuación del interior y protagonista de la intervención, presenta una geometría irregular, configurada con 8 cajones de acero corten. Estos cajones-arriates están preparados para el proceso de oxidación, cambiando a un fuerte color anaranjado al tiempo que crecen las plantas hacia un verde intenso.

Para más información visiten: Jailmake
Vía: habitissimo




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