viernes, 16 de diciembre de 2011

El nuevo interior del restaurante barcelonés Daps, obra de Isabel López Vilalta.

10 años en términos de interiorismo suelen ser un mundo. Así que, una década después de su inauguración, el restaurante barcelonés Daps ha transformado su interior guiado por una mano experta, la del estudio liderado por Isabel López Vilalta. Su actuación enfatiza el tratamiento de los materiales, sus diferentes texturas y el color. El resultado: un interior más fresco, informal y desenfadado, con espacios que fomentan una ocupación más polivalente.



El objetivo del proyecto consistía en hacer una reforma para cambiar completamente el aspecto del espacio y conseguir una estética con personalidad con una inversión modesta. La renovación experimenta con las diferentes texturas de la madera, al modo tradicional japonés, pasando por acabados como el DM, la madera contrachapada, la madera quemada o la maciza utilizada en las mesas.

El objetivo del cliente, el grupo AN Grup, consistía en variar el rumbo del negocio basándose en la reforma realizada. Así, la reforma plantea diferentes espacios, con usos diferentes según el momento del día, que también pueden ser utilizados al mismo tiempo, en paralelo. Esto se traduce en una oferta mucho más variada y extensa, que va desde el desayuno hasta la última copa de la noche, pasando por el almuerzo y la cena, con una oferta gastronómica más amplia.

El resultado es un proyecto donde, actuando básicamente sobre los paramentos verticales y utilizando distintos acabados de madera, se ha conseguido un cambio espectacular. Al entrar, una amplia barra de bar da la bienvenida. Sobre ella, una magnífica lámpara protagoniza este espacio más informal, donde las bebidas y la comida se sirven en mesas de madera maciza acompañadas de sillas que contrastan. Este es el espacio que ha sufrido una mayor transformación.

Lo que en el proyecto original era un restaurante clásico, ahora es la zona del bar y restaurante más informal e innovadora en cuanto a sus materiales y mobiliario. Las sillas están construidas con materiales reciclados provenientes de las conocidas aguas con gas, de ahí su color verde botella. Y, en las cristaleras que rodean todo el local, se dibujan unas banderolas verdes, amarillas y violáceas, colores que reclaman inevitablemente la atención desde el exterior. Los espejos, por su parte, colocados estratégicamente, juegan a confundir exterior e interior.

El siguiente espacio aloja un restaurante con una atmósfera más formal y un servicio más tradicional, aunque con la misma oferta gastronómica, variada y original.

El altillo supone un tercer espacio que ofrece mayor intimidad. De este modo, es el cliente quien escoge si prefiere un ambiente más informal o no, aunque siempre tiene garantizada una atmósfera cálida y acogedora, gracias a que la madera es el hilo conductor entre todos los espacios.

Para más información visiten: Isabel López Vilalta, Daps
Vía: diarioDESIGN









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