miércoles, 26 de octubre de 2011

Sandra Tarruella diseña Luzi Bombón, el segundo restaurante del Grupo Tragaluz en Madrid

Tras el éxito conseguido con el Bar Tomate, el Grupo Tragaluz vuelve a abrir en Madrid un segundo local con el siempre atractivo interiorismo de Sandra Tarruella interioristas. Elegante, luminoso, cálido, acogedor y amplio son cuatro adjetivos que casan a la perfección con este restaurante, situado en el madrileño Paseo de la Castellana, que busca ser un espacio versátil, que funcione desde la hora del desayuno hasta las copas nocturnas, y que invite a entrar a un amplio abanico de edades.



Luzi Bombón, cuyo simpático nombre recuerda a una de las primeras películas de Pedro Almodóvar, ofrece un ambiente acogedor y confortable gracias a la reinterpretación estética de los muebles domésticos de los años 50 que aquí se combinan con madera y texiles, pero "intentando huir de los formalismos para crear un espacio joven, donde la luz y los tonos claros cobran especial protagonismo".
Para acceder al local, se ha diseñado un volumen lateral, situado en el jardín, que se potencia con una gran puerta de madera que da al vestíbulo. El interior del restaurante se abre al jardín a través de unas grandes puertas pivotantes de  hierro y madera.




Dentro del local, los diferentes ambientes están distribuidos en dos niveles y organizados por la barra, que se convierte en el centro neurálgico del restaurante. Los interioristas han diseñado una pieza escultórica formada por distintos volúmenes y materiales, logrando de esta forma romper con una posible pesadez y monotonía.
 

Para definir los diferentes ambientes, también se ha recurrido a la utilización de pavimentos de distinta naturaleza como la moqueta y el cemento pulido. Es en los laterales del local, donde este material sube por las paredes para crear sofás de obra que dan lugar a pequeños e informales salones. Junto a los coloristas cojines que decoran los sofás, las distintas piezas de mobiliario también contribuyen a dar un aire menos serio al lugar.
La parte posterior del local se ha reservado para instalar la cocina que, desde el comedor, se percibe como una caja de luz, tamizada por lamas verticales de madera en tono claro. Entre la barra y la cocina, en la zona más elevada del restaurante, se ubican mesas acompañadas de pequeños sofás y biombos que articulan el espacio, creando la apariencia de pequeños comedores.
Es en esta zona donde el techo baja, pero gracias al material tensado reflectante que se ha empleado se consigue potenciar la sensación de altura y reflejar las lamas verticales y la cocina, dándole más protagonismo.
Para el resto del techo se ha utilizado un acabado tipo fieltro que confiere un aspecto acogedor y sirve para resolver el tema acústico.




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